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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL PESO DEL PASADO

El pasado no es la memoria. La memoria sí es el pasado. Son los hechos los que nos identifican. La memoria se limita a reconocerlos. Nuestro pasado nos acompaña hasta el final. Los recuerdos, los nuestros y los de los demás, nos desvelan el peso de un pasado que, algunas veces, queremos aligerar o, mejor, borrar.

 

La vida de Pío Moa es una sucesión de escenas, algunas de las cuales hoy le pasan factura. Ser del Grapo en un tiempo de su vida, es una cruz. Así lo decide la prensa al poder pegada que, a la vez que dispara a matar al enemigo, coloca el chaleco antiobuses al amigo. El embudo se capilariza hasta la cerrazón. El ancho se amplía hasta el escándalo. Pio Moa perteneció al GRAPO. Incluso penó por ello. Cuántos etarras y cuántos cooperadores necesarios del GAL son aclamados por los mismos que censuran esa parte negra de la vida de Pío Moa. Vara de medir que, en realidad, calibra al sujeto mensor y no al objeto mensurado.

 

Todos. Todos tenemos algo que distraer de la memoria ajena. Simplezas en muchos casos. Graves asuntos en otros. Si la vida se rige por el túnel del tiempo, nadie escaparía a la influencia maléfica de nuestro ayer. En mi juventud conocí a falangistas de carnet en boca que fueron padres de políticos que, en nuestros días, se jactan de su sempiterna lucha contra el franquismo. Franquistas de tomo y lomo asidos, ahora, al yugo del nuevo poder que se esconde del sol que, antaño, ennegreció el rostro, y el alma, de sus progenitores. Renegados que sepultan su atrás y exhuman la retaguardia evocadora de los otros.

 

Si hiciéramos una lista, ni uno se salvaba de los kilos de su cuerpo y de los gramos de su espíritu. Ni uno. Es preferible mirar hacia delante. Lo deseable es que los años nos descubran nuestros errores y, a la vez que los aceptamos, nos sirvan de corrección futura y, sobre todo, de comprensión a los actos de los demás. Lo importante es cambiar para bien. Lo indecente es hacer que se cambia y mantener la suciedad dentro. Lo inadimisible es blanquear la imagen de nuestro sepulcro interno.

 

Pío Moa hizo lo que hizo y fue lo que fue. Como tantos cuyos nombres no vienen a cuento. Sin embargo, Pío Moa no puede ser descalificado intelectual y profesionalmente por sus gestos y malas gestas. En absoluto. Pío Moa podrá ser censurado como demócrata si se comporta como un tiranuelo. Y deberá someterse a la crítica por su condición de historiador. No es de recibo que a Pío Moa se le denigre como escritor, articulista, conferenciante o tertuliano por sus errores pretéritos. No es de recibo. Los que así operan, se descalifican a sí mismos. Viven de la venganza hacia los discrepantes porque entienden que la mejor defensa de sus efemérides más vergonzosas es el ataque a los éxitos de aquéllos.

 

Si se fijan, descubrirán qué periodistas, qué personajillos, que famosetes, esgrimen tan miserables útiles de matar sin sangre. Están retratados. Pero si tienen que unirse con el cinco, pues muy bien, que nueve es más que nada. La nueva empresa dictará las consignas. Pío Moa seguirá a lo suyo. Con su pasado a cuestas, es verdad, pero con su presente alado. Pío: el mundo es de los que rectifican a tiempo y de los que luchan contra la canalla.

 

Un saludo.

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