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Francisco Velasco. Abogado e historiador

INTERCEPTAR EL EMBARAZO

 

Habermas afirmaba que la ciencia y la tecnología persiguen, en vez de la búsqueda desinteresada de la verdad, el perpetuar las instituciones del Estado y el hurto de la vis política de los ciudadanos. Así, si se convierten en herramientas de dominación y no de emancipación, en breve tiempo la comunicación humana estará sujeta al poder castrador del Estado y los ciudadanos perderán su libertad.

 

El exordio nos lleva al recurso crítico de la nueva ¿ley? del aborto. De entrada, la ley, por decir algo, ha mostrado su zafiedad en la promulgación. Se ha mostrado como todo un paradigma de la mala praxis. Si Bibiana ha pretendido contentar a una minoría, puede estar satisfecha. A la inmensa mayoría la ha sumido en el desapego y en la antipatía. Al fin y al cabo, es el sino de los cobardes. Se arriman a los pocos animales lobunos, a los que temen, y desprecian a la numerosa grey que calla y respeta.

 

En esa línea, la señora De la Vega ha asegurado que el aborto nos afecta a todos. Y un pirulí. “Con nuestra actitud nos jugamos nuestra dignidad como sociedad", ha remarcado. Ojo a la vice que no dice una verdad a medias. Las suyas son mentiras completas, absolutas, taimadas, pérfidas, brujilmente paridas, manzanas de mil blancanieves. De ahí que su insidiosa acusación sobre lo retrógrados que son -somos- quienes se oponen -nos oponemos- a la ley del aborto bibianesco no tenga más valor que la persona que las profiere. Pésima praxis. La peor.



El presidente del partido casi único, a cuyo servicio se halla el Gobierno español, ha hablado al respecto del aborto. ¿Qué ha dicho? Ha dicho. Pero no nos hemos enterado. ZP expresa lo insulso con aire de solemnidad filosofal, sin apercibirse de que la forma no puede esconder el mensaje. Es incapaz de discernir la coherencia del discurso más pueril. Y su praxis, ¿cómo la califica? Por favor, qué praxis ni qué aporía. ZP es pura entelequia.



Ninguno de estos prebostes de la nada demuestra valentía para decir que la promulgada ley se llama del aborto. Del aborto. No de la interrupción del embarazo. La ley intercepta el embarazo. Lo frena. No lo interrumpe. Lo ataja. Sin posibilidad de continuidad. El aborto, a diferencia de la prescripción, no se interrumpe. Lo suprime de raíz. Es como desconectar de la respiración asistida a quien no puede respirar por sí mismo. Lo peor es que esta desconexión no es momentánea, sino definitiva. Se intercepta el nacimiento de un ser vivo y humano. Se corta al embrión la posibilidad de nacer. No se defiende a la madre. Se condena al débil. Al débil. Los cobardes. Hijos de mala praxis.


Un saludo.

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