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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BONOFISCALES

 

Buenos Fiscales. Otra cosa es lo de bonofiscales. Por ahí se escucha el término para designar la aparente afinidad entre algunos fiscales y el señor Bono. Bonofiscales. El archivo de la denuncia interpuesta por el PP contra el gran psoecialista que preside el Congreso de los Diputados está dando que hablar. Y no muy bien, precisamente, de las actividades del Ministerio Fiscal. Y no muy bien, por cierto, del Fiscal General del Gobierno. Y no muy bien, sin duda, de la diligencia investigadora de los inferiores jerárquicos de Conde Pumpido. Y no muy bien, por supuesto, de la desigual vara de medir según el personaje se posicione en una u otra formación política.

 

Que no y que no, remarcan los fiscales del caso Bono. Que no aprecian delito. Que "no se ha acreditado que haya habido entrega de dádiva o regalo, y consecuentemente, tampoco que haya habido contraprestación por parte del denunciado". Que "no hay prueba, ni directa ni indiciaria, que permita aseverar que se han cometido los delitos a los que se alude en la denuncia". Que no y no.

 

Lo que no dice la Fiscalía es qué pesquisas ha llevado a cabo, motu proprio, con independencia de la documentación aportada por el denunciante. Si ha ahondado en las obras de construcción y de mantenimiento de la Hípica toledana. Si ha entrado a fondo en el estudio de la Cámara de Cuentas o en el Informe de la Intervención. Si ha establecido relaciones entre los mandamases de las distintas empresas implicadas en las obras. Si ha habido interacciones extrañas entre algunos empresarios y el Bono presidente. Si existen maniobras de ocultamiento patrimonial por parte de la familia. Si la todavía esposa del que fuera Ministro de defensa mantiene alguna relación no laboral con determinados sujetos de esta trama que algunos presumen ilegal o éticamente dudosa. Eso no lo dice la Fiscalía. Ante tantas supuestas carencias de gestión inquisitiva, que no inquisitorial, uno se explica el por qué del archivo.

 

A cuántas personas ha entrevistado el fiscal. En qué documental ajena a la entregada ha buceado. Qué explicación se da al súbito cambio del régimen matrimonial del señor Bono. Cómo se sustenta la arquitectura defensiva del importante patrimonio acumulado por los integrantes de su núcleo familiar. En qué modo se ha contribuido a despejar las dudas acerca de la honorabilidad del señor Bono tanto como ciudadano como, especialmente, altísima autoridad del Estado español. De qué manera se erradican dudas acerca de la corrupción política.

 

Estas preguntas sólo pueden ser respondidas por la Fiscalía. Me limito, en consecuencia, a reproducir lo que dice el Estatuto del Ministerio Fiscal: en su artículo tres, explicita, entre sus funciones, las que siguen: velar por el respeto de las instituciones constitucionales y de los derechos fundamentales y libertades públicas con cuantas actuaciones exija su defensa o tomar parte, en defensa de la legalidad y del interés público o social, en los procesos relativos al estado civil y en los demás que establezca la ley.

 

Las dudas que la realidad tangible de los tribunales llevan a la mente de todos los ciudadanos la idea de que la Fiscalía puede mostrar una toga absolutamente cubierta del polvo del camino, en algunos casos, y otra toga significativamente impoluta en otros. En la investigación sobre el patrimonio de Bono, la apariencia, acaso por su cercanía ideológica al señor Conde, se aproxima más al segundo elemento del precitado binomio. En cuyo caso, se pasa de la duda a la sospecha. Las sospechas empañan el sentido de la justicia en singular y de la Justicia como pilar básico de las instituciones. ¿O sí? ¿Se levanta el velo o, más bien, se enfunda el burka?

 

Un saludo.

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