MAYOR OREJA ACERTÓ
El viejo rockero de la política española sigue vivo. Muy vivo. Hay que serlo cuando, además de la etarra muerte, hay que lidiar con la envenenada semilla que alienta a la muerte etarra. Semilla que crece en el erial abertzale. Desde Aralar a EA, pasando por el PNV y el ala facciosa del partido de Patxi. Eguiguren no ceja. Ceja.
Posee el animal la cualidad del instinto. La serpiente y el escorpión matan. Como ETA. Ni son amaestrables ni domesticables ni reinsertables. Tiene el Estado el deber de utilizar la fuerza legal y el poder punitivo para eliminar a las bandas terroristas, mafiosas y criminales. Como ETA. El Gobierno refrendará su desvergüenza si, después de los males que ha provocado con su conducta antipatriótica, vuelve al despropósito de la negociación con esa tropa armada. Si el excarcelamiento de Usabiaga daña la dignidad de cualquier bien nacido y la ministra Aído no se estremece ante esta violencia de género institucional, los españoles no nos merecemos a un Consejo de Ministros tan indeseable. Empezando por Zapatero y terminando por Corredor.
Policía. Contra ETA, los cuerpos de seguridad del Estado. Los Eguiguren de turno son ramas del árbol envenenado psoecialista. La inmoralidad corroe la madera más rica. Policía contra ETA. Policía despreciada por la copa de ese árbol. Policía agraviada por la política nefasta de un Rubalcaba que muere en la palabra. Así no se acaba con ETA. A los argumentos hay que añadir la acción y ésta precisa medios y recursos. La policía no tiene ni para uniformes ni para carburante ni para personal. Los sindicatos, sí. La policía, no. Las comunidades autónomas, sí. La policía, no. Las ONGs, sí. La policía, no. El mapa del clítoris, sí. La policía, no.
Cómo se atreve el Gobierno del PSOE a seguir esta línea de maldad y, si me apuran, de malevolencia. El Faisán es la entronización de la golfería institucional. Ni siquiera el GAL cavó hoyo más inmundo. Mayor Oreja acertó. El Gobierno y ETA, aliados potenciales, pero cada vez más cercanos al acto. Eguiguren ya no niega. Rubalcaba reniega.
La proximidad de las elecciones hace esperar desatinos de cualquier índole. Sangrientos o no, me preocupan los instintos asesinos. Sobre todo de bípedos implumes de hacha y serpiente. Enmascarados o no. Ilegales o legales. Forman parte de la misma tramoya letal. Cualquier cosa es posible en esta España de Zapatero. El reino de la mentira acusa de embustero al heraldo de la verdad. En casa del herrero, cuchillo de palo.
Nietszche y Pope acuñaron dos frases legendarias sobre la palabra humana. El alemán no conoció a Rubalcaba cuando escribió: “lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Por su parte, el inglés subrayó: “el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. Pope no conoció, tres siglos atrás, a Zapatero. Salvo que se tratara de algún ancestro que se hubiese reencarnado.
Mayor Oreja dijo la verdad. El Gobierno, a lo suyo. A su instinto.
Un saludo.
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