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Francisco Velasco. Abogado e historiador

RIADA DE IMPUESTOS

 Nos va a freír a impuestos. El Gobierno de ZP. Los brotes verdes de la miseria los va a regar con nuestro bíblico sudor. Quiere alentar el consumo y nos sube los impuestos. Los directos, no. Los impuestos que afectan a los más ricos, no. Los indirectos, los que pagamos pobres y ricos en la misma medida aunque en cantidad y calidad distinta.  De mentira. Las palabras de Salgado son un reguero de mentiras. El paro sigue creciendo aunque disminuya la velocidad de destrucción de empleo. Hace pocos días, José Blanco aseguraba que fomentará allí donde más se favorezca a los territorios y a las personas. Hoy dice lo mismo. A pesar del recortazo. Se recortará menos en Cataluña que en Cantabria. Dónde va a parar Revilla con Montilla. Cosa de cohesión territorial, balbuceará Chaves. El timo se urde en la mente de los poderosos sin más escrúpulos que los necesarios para devaluar una moneda.



  No olvidemos lo que significa gasto público. Es el que realiza la Administración en un período determinado, incluyendo en el mismo el gasto fiscal. Así, si aumenta la renta de los consumidores, disponen de más dinero para gastar y, casi siempre, gastan más y ahorran menos porque el estímulo del consumo actúa como efecto multiplicador que hace que el dinero pase de mano en mano e incremente la producción. En este caso, parece que lo más sensato sea aplicar una política fiscal expansiva, haciendo uso de sus dos mecanismos esenciales: aumentar el gasto público (para incrementar la producción y reducir el paro) y bajar los impuestos (se consumirá más y las empresas invertirán más). ¿Cuál es el inconveniente? Que al haber mayor gasto público, y menores impuestos, el presupuesto del Estado es deficitario. En este caso, cabe preguntarse cuánto déficit puede soportar un Estado y en qué manera afectará a los gastos sociales que, con la boca grande y el ánimo chico, pregonaba Zapatero. Hasta cuándo resistirá el Estado español con las reivindicaciones económicas y financieras de los nacionalistas, los altos gastos de la Seguridad Social y el bienestar educativo y sanitario. Tetas y sopas no caben en la boca. Los ciudadanos de a pie, ni sopa ni teta. Tras el recortazo, ni agua. La UE ha puesto a Rodríguez las orejas de burro.


Mientras la economía griega haga aguas por todas partes y la dirección de la política española siga en las manos de Zapatero y su cohorte, esas aguas seguirán bajando oscuras y revueltas. Sin concesiones a la claridad, a la serenidad y, menos, a la potabilidad. Vivimos en el imperio de la mentira. Gobierno cínico. En vez de desprenderse de miles de asesores inútiles y en lugar de ahorrar en mariscadas, coches oficiales, embajadas, y demás golfadas, manga parte de su salario a los funcionarios, congela su pensión a nuestros abuelos y, de postre, quita la ayuda a las mamás y a sus bebés.



La ministra Salgado es, de la arana, dueña. Zapatero, de la estafa política, faraón. A costa de los más débiles. A costa de lo que sea. Con tal de adherirse, cual sello de correos, a la poltrona del poder.  Cuestión de cambiar el Gobierno. Cuestión de Estado. Cuestión de supervivencia. Siempre por las buenas. Siempre con la bandera de la ley. Siempre atentos a que la ley no sea un nuevo cepo. Siempre. Zapatero, váyase.



Un saludo.

 

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