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Francisco Velasco. Abogado e historiador

GARZÓN SE ESCURRE

Qué ha de temer un hombre tan cabal y con tantos partidarios. Nada. Debe buscar que la verdad resplandezca. Su estrella brillará, entonces, como nunca. Si se escuda en la forma del proceso en vez de salir a pecho descubierto dando la batalla a sus denunciantes, estará ingresando en el saco de los malayos o de los astapos.  Qué pena. Quién lo vio y quién lo ve. Inocente. Sin duda. Pero cobarde, un montón”.

 

El párrafo precedente, que entrecomillo, está extraído de otro artículo de este blog. Precede y procede. Cobarde es quien carece de ánimo y de valor. Cobarde es quien se escurre. Se escurre quien se esconde. Escurrido es lo caduco y lo que desaparece con facilidad. Garzón pide el traslado. Ha dejado de solicitar licencia por estudios. Ahora se traslada. En plena vorágine judicial, don Baltasar se muestra esquivo ante el riesgo. Dicen que quien a hierro mata, a hierro muere. Dicen. Pero no siempre es así.

 

Este articulista se acuerda de Gómez de Liaño. Mi admiración hacia el hombre. Mi alabanza hacia el ser humano. Nunca apartó la cara. Se la rompieron. Pero no fintó el golpe. Declaró su inocencia y lo sentenciaron culpable. Garzón fue uno de los judas que traicionaron a este hombre bueno. Al final, demostró su verdad y los infames que asesinaron su honor, como infames quedaron.

 

Garzón, no. Garzón se escuda en los muertos de la guerra, en los favores de Prisa, en la mudez del PSOE. Se escuda tras las amplias espaldas del poder. Poder y fuerza. Autoridad, poca. De la misma manera que Bono, su patrocinador de antaño, se parapeta en su condición de patriota, de cristiano y de socialista para justificar su inexplicable incremento patrimonial. Cómo son estos obreros. Cómo se las arreglan estos psoecialistas. Cómo.

 

El Tribunal Penal Internacional espera a Garzón. Una huida a tiempo puede evitarle la suspensión cautelar. Se va Garzón. Hasta luego. Hasta pronto. Hasta que la Justicia haga honor a su nombre. Ay, Pacheco, Pacheco, lo del cachondeo se inscribió a fuego en el frontispicio de los tribunales. Ay, Garzón. Puente de plata, no, porque no eres mi enemigo. Puente de lata, sí, pues, al cabo, todos tienen derecho a la escapatoria. El destino nos dirá durante cuánto tiempo se prolonga la huida, digo, el traslado. Anguila. Sérpido.


Un saludo.

 

 

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