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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL RECORTAZO

Hace años, cuando don ZP era líder de la Oposición, el hoy presidente del Desgobierno de España declaró su decisión de otorgar al Parlamento el control efectivo y eficaz del Gobierno.  Efectivo y eficaz. Claro que, entonces, el Gobierno era de Aznar y la Oposición de Rodríguez. La cantinela de siempre. No se puede admitir que las Cortes se conviertan en un órgano cautivo del Gobierno, argumentaba. Es cuestión de pedagogía política, insistía el señor. De valores, remachaba. Predicaba el hombre, predicaba. Ahora, dar trigo, sólo a los secuaces. A los demás, ni un cuartillo de un cuartillo de celemín.

 

Gobernar por decretazo es el mayor dislate de una democracia, refería el vallisoletano para descarnar la figura de Aznar. Cuando, tras la masacre de Atocha, Zapatero se convirtió en el Napoleón español, la pedagogía se fue arrinconando. A la palestra saltó la verdadera didáctica del Pestalozzi hispano. Como carecía de principios morales, improvisó un talante de feria. A todo que sí. Siempre que él pudiera lucir su escarapela de revolucionario. No tenía qué enseñar y optó por refugiarse en los doctrinarios del siglo XIX. Carecía de espíritu emprendedor y volvió los ojos a la historia más doliente. Adolecía de conocimientos culturales y se amparó en las clases particulares de la señorita Pepis.


Eso sí. Como todas las personas sin “chicha ni limoná”, se rodeó de una camarilla –como el rey felón- de jijijajá. Los Zerolo, los Méndez, las Aídos, los Corbachos, las Leires, los Blancos, entre otros fenómenos de la intelectualidad patria, eran sus acompañantes de francachelas politiqueriles. Venga prestaciones sociales. Avalancha de subsidios. Subvenciones a discreción. Asesores golfos. Coches oficiales de lujo. Dietas millonarias. Ministerios inútiles. Ministros lacayos. Vicepresidentes desnutridos de capacidad. Los tengo en mi mano, bromeaba con sus amigotes de secta. No vamos a dejar ni un euro de los que nos legó el del bigote, se carcajeaban. Talante que no falte, eh, que no falte.

 

Es lo que pasa con los mentirosos y con los demagogos. Es el destino de los pródigos desvergonzados. Que vacían las arcas familiares y, bramante el estómago, vuelven al hogar en busca del perdón paterno y, de paso, de nuevos recursos para necesidades imperiosas. La eterna parábola. Patrimonializan la herencia y socializan los perjuicios. Qué hacer si ya no tengo crédito y las ubres están exhaustas. Resistir. Ande yo caliente… Que los proveedores no nos prestan más. Que los socios se plantan. Que el sucesor de Bush se cabrea. Que la Merkel ha puesto el candado. Que estamos como los griegos. Reformaremos, vale, venga, pero sin aprietos. Medidas drástica, ni una. Sin prisas y sin brusquedades.

 

Doce de mayo de dos mil diez. Zapatero comparece en el Congreso. Recortazo. Decretazo. Golpetazo. Latigazo. A los funcionarios. A los pensionistas. A las familias. A las mujeres. ¿Es posible? Grabaciones por doquier. Y si no se fían, lean el Diario de Sesiones. Sí. Dice que existen, hoy, razones de extraordinaria y urgente necesidad. Ayer, no. Hoy, sí. Pedagogía política. Categoría moral. Lo de Zapatero es una glosa de la demagogia más tiránica. Nos ha pegado con el decreto ley en toda la cara. El pedagogo es un maltratador. Vaya, vaya. Lo que se descubre. De todas formas, una golondrina no hace verano. Es que no es la primera golondrina. Antes hubo varias revoloteando. Lo que pasa es que la del día de la fecha es un golondrino. Tan enorme que está haciendo la puñeta a millones de ciudadanos. A Bibiana, no. Ni a Sonsoles. Ni a sus respectivas parentelas. A los funcionarios, a los pensionistas, a las mujeres.

 

Lo dicho. Los cobardes son como los siervos aduladores. Se inclinan ante el poderoso y “putean”, con perdón, a los más desvalidos. A los funcionarios, a los pensionistas y a las mujeres y niños. A ver si se pincha con la tijerita.

 

Un saludo.

 

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