CARTAS BOCA ARRIBA
La Semana Santa nos ha dado una pausa. Hemos proyectado nuestra cruz. La Pasión de Cristo nos ha redimido, un tiempito, de nuestro diario sufrir. Estos días de vacaciones son opiáceos. En la extensión peyorativa del término. Nos evadimos de la realidad durante horas. Escondemos la cabeza bajo el ala de un pájaro-reptil aparentemente dormido. Apariencia. De un momento a otro, la somnolienta bestia nos mostrará su auténtica ferocidad. Entonces no habrá droga que nos libere de nuestra humana pasión.
Es verdad que el abril bursátil alivia la barrera de los once mil. Es verdad. Mas no crean en mejorías estables. Simples cuidados paliativos para mitigar el dolor de las caídas. No hay nada que hacer. Mientras la economía griega haga aguas por todas partes y la dirección de la política española siga en las manos de Zapatero y su cohorte, esas aguas seguirán bajando oscuras y revueltas. Sin concesiones a la claridad, a la serenidad y, menos, a la potabilidad.
Vivimos en el imperio de la mentira. EL Gobierno disfraza con sayas de estameña las ricas túnicas de seda de los elegidos. Gobierno cínico. Habla de austeridad en el gasto público a sabiendas de que nos engañan a más y más. Gobierno hipócrita. Dice recortar el empleo público un 87% pero calla que ese déficit de cobertura se suplirá con un 87% de interinos. La diferencia es que serán funcionarios de empleo en vez de funcionarios de carrera. Gobierno embustero.
Austeridad. El precio de la vivienda va a seguir a la baja. La ministra Corredor, que conoce el dato, anima a los ciudadanos a comprar hoy, en 2010, importándole un silbato de árbitro de regional siciliano que el comprador/consumidor aumente el importe de su deuda personal. Ministra vocera de un Gobierno mentiroso.
El ministro de Industria nos da la tabarra con el coche eléctrico mientras nos sube el precio del gas. Sin embargo, protege a la minería del carbón frente al sector de la electricidad. Energía nuclear, cero. Se compra en Francia a cambio de nuestras deslomadas espaldas. Ministro embaucador que hace de su palabra artera, edicto público.
Hacienda gestiona una nueva subida de impuestos para garantizar las pensiones de nuestros abuelos, cuyo júbilo se esfuma por minutos. Ministra Salgado, de la arana, dueña.
La ministra Trinidad apuesta por el medicamentazo genérico, a costa del despido que prevén las farmacéuticas. A costa de los más débiles. A costa de lo que sea. Con tal de adherirse, cual sello de correos, a la poltrona del poder.
El imperio de Zapatero se parece una enormidad al de Chávez. Los dizque demócratas tienen en común un alma de dictadores que aflora a cada paso. La población activa mengua, se estrecha, se debilita, se desnutre, desfallece. Demasiado peso sobre tan pocos trabajadores. El paro se asoma al pretil del 20% mientras en Andalucía padece el vértigo de la altura de diez puntos más del porcentaje de desempleados. Y gracias a la aportación de los fondos europeos. Sin éstos, el precipicio ascendería otra decena de puntos. Y mientras, el sindicato UGT contribuye a engordar la tasa de parados y, no se avergüenza de ser condenado por los tribunales a readmitir trabajadores despedidos de manera improcedente por el señor Cándido Méndez. Quién te puso petenera. Cajas de ahorro y banca privada construyen bastiones defensivos en su derredor. Las primeras se resisten a las fusiones. La segunda retorna a posiciones de enriquecimiento ultrarrápido. Un lujo.
El PSOE es el paraíso. Zapatero, el adán del edén. Lo que pasa es que o el dios pueblo vota en consecuencia o ni la madre que parió va a conocer al vergel hispano. La serpiente se materializa en la falsedad de unos gobernantes que nos prometen convertirnos en dioses. Eva es la ruina. Zapatero nos lleva del edén al erial. Cuestión de meses. Cuestión de votos. Cuestión de responsabilidad. Cuestión de cartas limpias. Cuestión de naipes al descubierto. Cuestión de eliminar a tramposos y tahúres. Cuestión de cambiar el Gobierno. Cuestión de Estado. Cuestión de supervivencia.
Siempre por las buenas. Siempre con la bandera de la ley. Siempre atentos a que la ley no sea un nuevo cepo. Siempre. Las cartas boca arriba. Cortemos la cabeza a las víboras.
Un saludo.
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