LOS LADRIDOS DE GARZÓN
“Hay gente que ladra en las ondas”, parece ser que ha dicho Garzón. El juez estrella no atraviesa su mejor momento. Se siente en el ojo del huracán mediático. De astro luminoso a centro de vendaval. Del día a la noche. Vuelve a contarse la historia de la caida de las altas torres. Grupos de personas lo atacan con ferocidad. Con similar pasión que otros colectivos lo defienden. Argumentos, pocos. Tan escasos como los fundamentos jurídicos del propio titular del Juzgado 5 de la Audiencia Nacional. Gente que ladra, dice. ¿Todos ladran o sólo quienes lo prejuzgan con ganas de ejecutarlo?
La situación es penosa. La justicia se arrastra como una gusana cuando sucesos tan infelices ocupan las primeras páginas de la prensa. Ejércitos de microfonistas, alcachofas en ristre, a la que salta. Gente que ladra, han recogido estos paparazzi. El corazón de la salsa rosa se hace hueco en el hígado de los tribunales. La página de sucesos, vecina de la de ecos de sociedad. La troupe de cómicos de la zeja irrumpe en la escena. A falta de cine, películas. Por su parte, la infantería de los medios afines al psoecialismo felipista y zapateril, unidos en el fuego contra los antigarzonistas. No dejan títere con cabeza. Hacen apología del garzonismo. Hay mucho que agradecer a Garzón. Mucho. Su papel en la defenestración de Gómez de Liaño fue crucial. Polanco, q.e.p.d., no olvida ni después de muerto.
En tanto, los fundamentos jurídicos se aparcan en el limbo de la judicatura. Ni cielo ni infierno ni purgatorio. Ladridos nimbados. Al menos, explicaciones. Que el periodismo no se deje abducir por la luminaria de los tertulianos del tomate o del sálvame. Que las críticas a favor o en contra sean representativas de una clase mediática inteligente, objetiva, preparada e independiente. Los debates de algunas cadenas televisivas se convierten en rings de boxeo. Unos contra otros, voz en grito, a ver quién despelleja mejor al sujeto de la polémica o a comprobar la potencia del ventilador de los de aquí y de los de allá. Las bermúdez y las campas airean miserias personales en vez de arrojar basura a los vertederos predeterminados.
Gente que ladra. Ladra quien insulta y quien muerde por defender al amo, aunque ese amo sea uno mismo. Razones, señor Garzón. Motivos. Con peso y enjundia. Con sustancia y esencia. Que, si no usted, el corifeo de los cebrianes y roures argumenten los derroteros procesales del caso de la memoria histórica, o el escrito personal al presidente del Santander, o las escuchas a los abogados del Gürtel. No se trata, ahora, de ensuciar los rincones, sino de asearlos hasta que reluzcan. En Derecho, los procedimientos son garantías. Las que se aprecian en las abstenciones de Robles y de De Rosa. Las que no brillan en la omisión de Gómez Benítez, por ejemplo.
Ejemplo, espejo de la autoridad. Autoridad del ejemplo. No la del poder. Poder. Menos ladrar. Más hablar.
Un saludo.
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