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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DOCTORA RAHOLA

 

 A falta de cualidades que exhibir, doña Pilar, la inconmensurable señora Rahola, nos muestra su vanidad. La catalanista administra su papel rupturista merced a su capacidad para la adulación. De tan avariciosa, su maldad se escabulle entre las callejuelas del Raval una vez que ha cobrado los óbolos de su falta de conciencia.

 

En su curriculum vitae, la periodista y tertuliana incluía dos doctorados. Ahora resulta que no. Que es licenciada. Descubierto el pastel, doña Rahola quita importancia al tema y se despacha con el recurrente del error no advertido. Y que, al fin y al cabo, todo se reduce a un acto de vanidad. Inmenso el argumento de tan notable personaje. Si todas sus tesis a favor de la independencia de Cataluña quedan cercados por la soberbia de esta figurita de barro, aviados van los secesionistas.

 

El refrán castellano se hace filosofía una vez más. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Pilar. Rahola sintetiza, como pocos, la soberbia y la vanidad. Ella necesita el halago para cubrir su Everest de vanidad y el reconocimiento explícito de ser especie única para rellenar su estruendoso ego.

 

En el epicentro del terremoto personal, la mentira. Pilar Rahola miente adrede. No es que omita la verdad. Directamente la sepulta. Su irrealidad se alimenta de una fantasía que le proporciona grandes dividendos. La falsedad en que baña sus atributos intelectuales termina por pasarle factura. Del España nos roba se pasa en un abrir y cerrar de ojos al mangamos a los españoles.

 

  La manipulación de la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia sobre Kosovo volvió a desvestir las alegaciones pueriles de la escribidora. En una columnista, confundir noticia con bulo se paga con el descrédito profesional. Y si obligada por el peso de la verdad, se ve obligada a rectificar, vuelve a zambullirse en la mentira. Una cosa.

 

 Como para fiarse. Ella niega hoy a España pero mañana lo hará con Cataluña. Cuestión de euros. Por millares.

 

Un saludo.

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