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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL CHIRINGUITO BURSÁTIL

 

 Se te ha caído el tinglado, decía, con todo su gracejo, mi amigo Ignacio a su compadre, mi también amigo, Pepe. El tinglado se ha venido abajo. El tinglado era un chiringuito de tres al cuarto situado sobre lugar no permitido. Vamos, algo así como el comportamiento de la Bolsa española. Parece un tiovivo de feria antigua. Sube con lentitud y cuando se piensa que va a elevarse definitivamente, fallan los muelles y, catacrás, brusco descenso. Los chiquillos se reían, pero a los dueños del negocio poca gracia les hacía el artilugio.

 En septiembre del pasado año, recuerdo, la Bolsa había superado el listón de los 11.000 puntos. A finales de 2009, se movía por encima de los 12.000. Hace una semana, apenas coqueteaba con los diez mil. Mañana pega un leve estirón de disimulo. Pasado, el elástico vuelve a su resistencia natural. No se fuerce demasiado, que la cuerda se rompe. Pura ficción. Tiovivo cacharrito. Entelequia generada por la gran banca y, cómo no, por Telefónica. Operación de marketing diseñada, tal vez, por el Gobierno. Ni cimientos ni estructura. El edificio, al aire. Cuando los amarres cedan, todo se desbarata. Movimientos especulativos tan groseros que cualquier juez calificaría de engañabobos. Y es que con Zapatero de presidente, la ingeniería financiera no pasa de juguete de Lego.

 

 Si no admiten las causas del desplome bursátil, no cabe diagnóstico de superación del mal. Es imposible. Ni efecto placebo ni efecto ricino. Las manos al bolsillo. No se jueguen los ahorros de toda una vida. Alguien se forra con el dinero de los pequeños inversores. Le da igual tres que tres mil. En el mundo de los trileros, el engaño es su vida a la vez que la tumba del incauto.

 ¿Y el Gobierno? El de Zapatero no es un Gobierno. Es una secta. Con tal de colmar su ambición de poder, arrastran carros y carretas. La progresión de la Bolsa les envalentona. Pasa el tiempo y su castillo de naipes no se desmorona. Es el sino de los no numerarios. De los interinos adocenados. Oposiciones, no, que llegan los libres y nos funden con su muestrario de sabiduría. Elecciones, no, que viene el PP y nos da clases de administración en un par de semanas. Inflad la autocartera, es una orden. Manipulad los indicadores, exigimos. No hay forma.

 

  La gravedad de la Tierra atrae sobre ella a todos los cuerpos de su entorno. La flaccidez se apodera de la masa financiera y la tersura no se retoma a base de colágeno alguno. Que no. Que no es cuestión de vejez. Es cosa de confianza, de credibilidad, de ánimo, de motivación.

 Pepe Blanco, el del zapaterazo en trasero de los controladores aéreos, está al acecho. Su interés por España es secundario. Su referente es el Partido Capitalista de ex Obreros de España (antes PSOE). No hay tu tía. La Bolsa es su escaparate. Si las órdenes son de compra, el respiro a su política es alimento. Si se generaliza la venta, hay que cerrar el escaparate. No debe verse que el almacén está vacío y que las cajas que se exponen carecen de contenido. Como los aviones de cartón de Sadam Husseim. Así vienen anunciándose los resultados de Bolsa. Y encima el CNI haciendo como que persigue a malvados especuladores. Como si no supiera el Centro Nacional de Inteligencia (dirigida) quién especula. Venga ya.

 O se convocan elecciones o la economía vivirá una agonía insoportable. Y no hay un doctor Montes que la libere de su sufrimiento. Mientras tanto, no se dejen estafar.

 Un saludo.

 

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