EN QUÉ PAÍS VIVEN USTEDES
Se nos va de las manos. La democracia se escurre entre nuestros dedos como el agua que pretendemos apresar en las palmas. Las formas son importantes. A veces, casi tanto como el fondo. La razón se pierde cuando carecemos de fundamentos para defenderla. Pero también cuando prescindimos de los modales y del respeto.
El estado de la nación española es, a día de hoy, muy preocupante. Millones de ciudadanos pensábamos, tras las elecciones de 2011, que el partido popular iba a regenerar la vida pública de nuestro país y que la clase política asistiría, por fin, a las aulas de libertad y de honradez que deben pregonarse de ella. Craso error. Si pésimo fue el maldito período presidencial de Zapatero, la etapa gubernamental de Rajoy no le va a la zaga. El primero nos comió el pan de nuestros hijos y el segundo se burló de las ganas de comer de sus padres. Mentiroso el psoecialista y embustero el pepero.
La incertidumbre por el presente y la desconfianza en el futuro hacen al país vulnerable y débil. La descomposición del cuerpo social desmembra a los territorios. La invertebración del organismo constitucional relativiza al conjunto y el todo vale se adueña de la realidad. Los valores absolutos, entendidos como dogmas, valores o principios, duermen el sueño de los narcotizados.
España se puede amputar por efecto de la gangrena del odio. El problema regionalista reverdece las luchas fratricidas del pasado siglo. El silencio y la espera a ver si pasa la tormenta no son soluciones. O se agarra el toro por los cuernos, o las astas del morlaco se clavarán en el corazón del pusilánime y del temerario.
Es tiempo de telepredicadores. No importa el mensaje. Lo que apasiona al pueblo es la fuerza que se transmite y la sensación de veracidad que transporta. En los discursos de Rubalcaba y de Rajoy he llegado a una conclusión. El líder del Psoe ha sabido conectar con la escasa audiencia. El jefe del gobierno ha hartado a cifras al personal. Aquel ha sabido sacar punta a su ridícula alforja de argumentos. Éste se ha clavado el bolígrafo en el ojo con el mareo de números, estadísticas y cantidades. La frase clave ha estado en los labios de don Alfredo: ¿en qué país vive usted? Don Mariano ha seguido con la retahíla del empollón que defiende una tesis doctoral. Será muy inteligente, pero de listo y de pillo, el físico ha dado dos lecciones al registrador.
Servidor vive en España. Y de politicastros como los nombrados estoy hasta el gorro. Sin embargo, a fuer de pragmático, prefiero al gallego antes que a un sucesor del vallisoletano leonés. El gallego no da para más. El castellano invita al menos, al mucho menos. Monta el corcel de la destrucción.
Un saludo.
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