SIN ETA HAY PARAÍSO
¿Y cuál es el problema? El problema es España. El problema somos los españoles. El problema es la clase política de nuestro país. Ahí radica la cuestión. España es la nación y el estado. Nación y Estado. Aprendamos esto. Insistamos en la idea. Admitamos la tesis. Todos. En primer lugar, algunos catalanes y ciertos vascos. La unidad de España es el dogma. Dogma jurídico. Dogma histórico. Dogma constitucional.
Sabido es que una minoría vasca quiere, sin disimulo, la independencia de aquel territorio. Esta minoría hace, y no poco, lo que quiere, sabe y puede para alcanzar su objetivo. Su techo es el poder. Nadie les puede minorar su querer y su saber salvo que se les convenza de lo contrario. El techo de España es, sin embargo, su querer. España sabe y puede mantener la unidad. Unidad en la diversidad de sus pueblos. Mas no quiere. No quiere. Se acompleja de su potencia. Siente pánico de su poder. Se achica en el miedo escénico. Se somete a la dictadura de una minoría étnica y a la crítica vocinglera de unos políticos apátridas.
La clase política española, toda ella, ayer y hoy, identifica a los violentos de ETA, a los ideólogos de ETA, a los bodegueros de ETA y, por supuesto, a los que se aprovechan de las uvas (malas) de ETA. Desde Ternera a De Juana. Desde Otegi a Arzallus. Desde Ibarretxe a Urkullu. Unos, por una vía legal. Los otros, por un sendero lleno de riscos. Su intención es manifiesta. No retrocederán. Sólo el poder de la mayoría democrática y el peso de la ley frenarán su ímpetu creciente. No caben talantes. Ni falsas negociaciones. Ni cínicas actitudes comprensivas.
Con ETA no hay paraíso. Sin ETA puede haberlo. La ley es taxativa. Los asesinos terroristas y sus apologetas, a disposición de la justicia. Mientras, que la ley ampare la actuación policial para que los canallas de la banda pasen larguísimas temporadas en el trullo. Que se les apliquen todas las garantías. Por supuesto. Todas. Pero cada uno en su sitio. El paraíso no es posible con ETA. Sin ETA, sí. El Gobierno, a trabajar por la paz. No por los votos ultranacionalistas. El miedo de la grey y del pastor es la fuerza de los lobos.
Un saludo.
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