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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA CRUZ DEL OBISPO MUNILLA

 


 Munilla es el nuevo obispo de San Sebastián. Los valientes abertzales saludaron su nombramiento con un alud de cariñosas pedradas dialécticas. Católicos o no. Cristianos o tampoco. Da igual. Un hombre solo. Todos los abertzales que se dicen cristianos contra el pastor de almas. Sectarios de partido y falsarios de religión. A por él.

 La política no entiende de espíritu. Los políticos se cuecen en la sopa boba de los cargos públicos. La llegada de un extraño causa revuelo entre las avispas. Los aguijones prestos para clavarse, sin misericordia, en el forastero.- Oiga, que Munilla es donostiarra hasta la médula, que habla euskera, que es más vasco que la Real Sociedad. -Todo eso es cierto, pero no es nacionalista vasco. Lo que determina la calidad de un ser humano en Vascongadas es ser nacionalista y antiespañol. Lo demás son circunstancias, accidentes geográficos.

 Los abertzales del PNV y otras sectas políticas quieren un obispo a medida de su avispero. El obispo debe convertirse en peón del nacionalismo fundamentalista y en vehículo de esta doctrina. El mensaje evangélico es una tapadera. Cristianos peneuvistas y ateos batasunos. Da igual. Todos, izquierda y derecha, contra el español Munilla. Cristianismo.

 Munilla es, por fin, obispo. Obispo de la iglesia cristiana y católica. Prelado, con mitra y báculo, de los easonenses. Pastor de la asamblea de fieles de aquella comunidad norteña. Obispo en un avispero de odios. Obispo al fin.

 Munilla, "pobre y humilde" como el Jesús al que siguen. Munilla pide amor en medio de tanto odio. ¿Qué rencor tan profundo se está apoderando de la cristiana gente vasca para atizar este fuego tan impropio contra su pastor? ¿Hasta dónde se va a cegar el pueblo de Euskadi? Munilla. Siga su camino, Munilla. Son los intransigentes los que no encuentran el suyo.

 Un saludo.

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