EL FINAL DEL BIPARTITO VASCO
Patxi y Antonio. López y Basagoiti. Mestizaje patronímico para una alianza vasca. Vasca. Tan vasca como la de Ibarretxe y Otegi o la de Arzallus y Arana. Tan vasca como española. Vasca y española. No es vasca y castellana. No. Vasca y española. Patxi López y Antonio Basagoiti. Difícil matrimonio en una casi imposible coyunda.
Allá por abril del año que acaba de dejarnos, este articulista exponía su desconfianza por la suerte de tan desigual acuerdo sociopepero. El enlace, celebrado en público, ha sido un hito. No obstante, los escarceos amorosos no han culminado. El matrimonio es, todavía, rato. Sólo rato. Falta el requisito de la consumación para que se considere canónicamente indisoluble. El vínculo es, pues, tan débil que los eslabones cerrados ni siquiera muestran consistencia. Y lo que acecha a la pareja no es moco de pavo.
Caza al acecho, si. Digo bien: al acecho. El cazador no es ETA. El cazador es el PNV. ETA es la rehala, la jauría. Quien permanece agazapado, en lugar distinto, es el partido de Urkullu. ETA lleva a los venados a donde señala el cazador y conviene a su fin. A lugar propicio. No falta a la formación que fuera de Ibarretxe grandes dosis de concentración y atención, de paciencia y autocontrol, de empaque físico y psíquico, de destreza y de puntería. En absoluto. Son expertos en la materia. Sin embargo, tienen claro que dependen del error estratégico de las piezas y de la eficacia violenta de los acosadores.
La necesidad de Zapatero del apoyo del PNV se ha puesto de manifiesto, por enésima vez, a la hora de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. ¿A cambio de qué? De pelas, por supuesto. El algo más se desvelará pronto. La presa a batir no es el poder en el País Vasco. La pieza a cobrar es el poder. El poder con mayúsculas. PSOE y PNV forman empresas con una extensa clientela a la que hay que satisfacer. Todo un ejército de paniaguados esperan su ración. Perder el poder es letal para las aspiraciones de unos y la docilidad interesada de otros. El matrimonio vasco debe anularse. Si no por el Tribunal de la Rota, por el juez de paz. O el de guerra. Da igual. El fin justifica los medios.
El movimiento etarra para instrumentar a sus presos no es casual. El aviso de Rubalcaba, bien interesado. La predisposición de Erkoreka a pactar con Alonso, más de lo mismo. Poco importa al PNV el destino de las víctimas del terrorismo etarra. El de los terroristas presos, sí. Y mucho. Hay abertzales valientes y cobardes abertzales. Los que asesinan a gente indefensa pertenecen a la segunda categoría. Éstos demandan una adhesión incondicional e inquebrantable. La película de los poli-milis ya la hemos visto. Nos la sabemos de memoria. Se volverá a rodar en otro escenario, con protagonistas distintos, pero el tema será un "remake" del original.
El bipartito vasco tiene fecha de caducidad. A medida que la convocatoria electoral se aproxima, más perecedero se torna el lazo. Los días contados. Los cazadores y su cohorte, al acecho. No son furtivos. Lo hacen de día y con alevosidad. La víctima -esta vez política- está al caer. Algunos son más vascos que otros. Otros odian a España. La odian. Nos odian. Los no demócratas. Los cazadores al acecho. En tanto, la ministra Chacón: "no podemos permitir que Afganistán sea santuario terrorista". ¿El País Vasco, sí? Para ministras como ésta, para qué queremos Gobierno como el suyo?
Un saludo.
Allá por abril del año que acaba de dejarnos, este articulista exponía su desconfianza por la suerte de tan desigual acuerdo sociopepero. El enlace, celebrado en público, ha sido un hito. No obstante, los escarceos amorosos no han culminado. El matrimonio es, todavía, rato. Sólo rato. Falta el requisito de la consumación para que se considere canónicamente indisoluble. El vínculo es, pues, tan débil que los eslabones cerrados ni siquiera muestran consistencia. Y lo que acecha a la pareja no es moco de pavo.
Caza al acecho, si. Digo bien: al acecho. El cazador no es ETA. El cazador es el PNV. ETA es la rehala, la jauría. Quien permanece agazapado, en lugar distinto, es el partido de Urkullu. ETA lleva a los venados a donde señala el cazador y conviene a su fin. A lugar propicio. No falta a la formación que fuera de Ibarretxe grandes dosis de concentración y atención, de paciencia y autocontrol, de empaque físico y psíquico, de destreza y de puntería. En absoluto. Son expertos en la materia. Sin embargo, tienen claro que dependen del error estratégico de las piezas y de la eficacia violenta de los acosadores.
La necesidad de Zapatero del apoyo del PNV se ha puesto de manifiesto, por enésima vez, a la hora de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. ¿A cambio de qué? De pelas, por supuesto. El algo más se desvelará pronto. La presa a batir no es el poder en el País Vasco. La pieza a cobrar es el poder. El poder con mayúsculas. PSOE y PNV forman empresas con una extensa clientela a la que hay que satisfacer. Todo un ejército de paniaguados esperan su ración. Perder el poder es letal para las aspiraciones de unos y la docilidad interesada de otros. El matrimonio vasco debe anularse. Si no por el Tribunal de la Rota, por el juez de paz. O el de guerra. Da igual. El fin justifica los medios.
El movimiento etarra para instrumentar a sus presos no es casual. El aviso de Rubalcaba, bien interesado. La predisposición de Erkoreka a pactar con Alonso, más de lo mismo. Poco importa al PNV el destino de las víctimas del terrorismo etarra. El de los terroristas presos, sí. Y mucho. Hay abertzales valientes y cobardes abertzales. Los que asesinan a gente indefensa pertenecen a la segunda categoría. Éstos demandan una adhesión incondicional e inquebrantable. La película de los poli-milis ya la hemos visto. Nos la sabemos de memoria. Se volverá a rodar en otro escenario, con protagonistas distintos, pero el tema será un "remake" del original.
El bipartito vasco tiene fecha de caducidad. A medida que la convocatoria electoral se aproxima, más perecedero se torna el lazo. Los días contados. Los cazadores y su cohorte, al acecho. No son furtivos. Lo hacen de día y con alevosidad. La víctima -esta vez política- está al caer. Algunos son más vascos que otros. Otros odian a España. La odian. Nos odian. Los no demócratas. Los cazadores al acecho. En tanto, la ministra Chacón: "no podemos permitir que Afganistán sea santuario terrorista". ¿El País Vasco, sí? Para ministras como ésta, para qué queremos Gobierno como el suyo?
Un saludo.
0 comentarios