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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SANTAS INOCENTES


 Por aquello de guardar a las mujeres su papel, el que les habla dedica a ellas el presente artículo. Sólo a ellas. A las santas inocentes. -Si usted, articulista, es de los que no hacen concesiones a la diferencia de sexo y defienden la expresión gramatical del género. -Así es, no tengo reparos en admitirlo. Sin embargo, hoy quiero discernir la santidad de las inocentes y no la de los inocentes. Santidad. Inocencia. Femenino, singular.

 Voy a comenzar recordando a la santa inocente Régula, el personaje creado por Miguel Delibes. Seguiré con la Tula de Unamuno. Después, atenderé a la Regenta de Clarín. Y con la Bernarda de Lorca. Santas inocentes. Reivindico a la Pardo Bazán y a la Mercé Rodoreda, a la Matute y a Laforet. Me pido, prime, destacar a las Mari Carrillo y a las Aurora Redondo, a la Gutiérrez Caba y a la Rafaela Aparicio. Santas Inocentes. Santas inocentes que trabajan más que los hombres y, por la misma función, cobran menos que ellos. Santas inocentes que concilian vida laboral con familiar sin que la sociedad se descubra ante ellas. Santas inocentes maltratadas y muertas sin que la riada de asesinatos encuentre su dique. Santas inocentes.

 La enseñanza y la sanidad. Inocentes y santas, mártires de los Herodes de la pluma  sin tinta y del bisturí romo. Defiendo la política y la democracia, malheridas por la acción de las que pisotean su ser y baladronean de su mal uso. Reclamo la escuela y la universidad, víctimas de unos cuantos menesterosos de mente y de algunos menestrales sin escrúpulos. Convoco a la maternidad consentida y a la ley consensuada. Requiero la vivienda accesible y la seguridad antiterrorista. Solicito la laboriosidad hurtada y la empleabilidad ausente. Interpelo a la empresa pujante y a la economía libre. Santas inocentes desventuradas.

 La madre, la esposa, la hija, la hermana, la prima, la sobrina, la suegra, la compañera, la amiga, la querida, la amante. Santas e inocentes maldichas y murmuradas.

 La vida. Sobre todo, la vida. Porque la vida, al fin y al cabo, es la santa inocente que nos hace reconocer la venida de la parca y porque la muerte nos recuerda la felicidad gozada, o destripada, de nuestra vida. Podemos tenerla y disfrutarla. La vida es la santa inocencia. Santa e inocente desde la concepción hasta la despedida mortal.

 Santas inocentes. Femenino y plural. Sujetas. Agentes y pacientes. Por ustedes.

 Un saludo.

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