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Francisco Velasco. Abogado e historiador

GUINDAN LOS SINDICALISTOS


 Valga el poco original cambio conceptual. Excusen la poca inspiración de este articulista. Las musas no acompañan cuando el día se levanta aciago. Presenciar la manifestación convocada por dos linces sindicalistos, provoca dolor. Los co-presidentes Toxo y Méndez, monta tanto, lucen sus escarapelas en un mar Muerto de liberados. Han desplegado toda la armada. No hay más. Toda la España sindical se reúne en Madrid. Sensación de multitud obrera. Realidad de panda de beneficiados. Afición profesionalizada de fans de un Gobierno de mercedes. De mercedes y de palos. Según convenga. A discreción.

 Mientras el paro atemoriza, primero, y después rae, la deuda del Estado se encarama a la copa del guindo. El problema de los españoles es que, una vez en lo más arriba de este cerezo bravío, nos da vértigo la altura y nos aferramos a sus ramas. Sólo cuando caemos del guindo, conseguimos madurar y escapamos de la prisión de ignorancia que nos encierra. Los españoles, en el guindo, bien quietecitos. Los sindicalistos, guindando. Con la anuencia del presidente, los sindicalistos afanan lo que pueden y quieren.

 España no tiene un euro. Debe hasta el saludo. Como dentro no hay, se busca fuera. Deuda. Venga deuda. A día de hoy, algó más de medio billón de euros. Nada, una bagatela. Una fruslería. El año que viene, 77.000 millones más. Lo mismo. Una birria. Una minucia. Baratijas. Luego, hay que sumar los intereses. 22.000 millones más a la vuelta de calendario. Porca miseria. Menudencias. -Oiga, que las deudas hay que pagarlas. Que nos van a exigir el último céntimo. Chucherías. Naderías.

 Gracias a la plata americana, el emperador Carlos V hizo del banquero Jacobo Fugger un hombre inmensamente rico. Con los préstamos del financiero alemán, el rey de España construia un imperio y hasta el mismo Papa León X le encargó la venta de indulgencias. El principal, y los intereses, marcaron, de forma indeleble, la economía de Castilla y la explotación de los indígenas.  Carlos endosó la deuda a su hijo y el llamado rey prudente afrontó la gran bancarrota de 1557. El imperio comenzó a hundirse y los Fugger iniciaron su imparable decadencia. Demasiada deuda.

 El imperio de Zapatero es la arcadia feliz de un narciso al que se adula. Entre los que más, y mejor, baten palmas, los sindicalistos y los bautistos de la SGAE. La deuda engorda y se atocina. No se ajamona. Se atocina. El jamón lo desgustarán unos cuantos. El tocino, ya rancio, se lo tragarán nuestros nietos y biznietos. En tanto, paro y crisis. Futilidades. ¿Verdad, presidente? Sindicalistos. Carga. Deuda. Déficit. Pasivo. Sindicalistos.

 Un saludo.

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