Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

CARTA ROTA


 Me recuerda el título de una película antigua. Carta Rota. La Carta es la Magna. La Carta es la Constitución. Hoy cumple 31 años. Los mismos que mi hijo mayor. Dicen que los niños nacen con un pan bajo el brazo. Ignacio me trajo el pan más dulce que jamás haya podido elaborarse. El pan de los derechos y de las libertades, después de cuarenta años muy duros y tras una historia previa más pavorosa todavía.

 Treinta y un años. La Carta más flexible y más consensuada de cuantas han jalonado la historia del constitucionalismo español, entra en la madurez. Una madurez joven, algo imberbe. Un poco ingenua. De tan abierta, inocente. La Carta que puso fin a una Dictadura, se nos hace mayor. Esta Carta no es una misiva al uso, o una correspondencia postal entre personas anónimas. La Carta es toda una Epístola, como el texto sagrado que leen los cristianos antes  de la literatura evangélica. Aunque algunos la quieren convertir en naipe de tahúres, la Carta es Magna. Los Carod y los  Ibarretxe de turno pretenden trocarla en esquela. Los impúdicos usureros de los nacionalismos chantajistas, hacen de ella una minuta. Los cocineros de la dictadura pretérita y porvenir, quieren incluirla en su menú de caníbales. Los deslenguados representantes de la caverna siniestra, persiguen reducirla a la condición de Estatuto. Carta, epístola, correspondencia, minuta, circular, instrucción, orden y la terminología de la sinonimia que se les ocurra, no cantan la excelencia de la palabra más hermosa de una democracia: Constitución.

 Constitución que recoge principios, derechos fundamentales, libertades individuales y colectivas, como pocos pueblos pueden disfrutar. Constitución como corona de leyes. Constitución como cima de Parlamentos del pueblo. ¡Habrá algo más bello, majestuoso, placentero y exquisito en el campo de la palabra como vehículo de diálogo y de entendimiento! Algunos quieren romperla. Algunos la rechazan. Algunos (Los "Otros" de Amenábar) la odian. Van a por ella. Halan de un lado y de otro. Intentan rasgar sus páginas y emborronar sus letras. Algunos de los padres que la redactaron ya murieron. Ayer falleció el gran Solé Tura. Seguramente se desprendió de su memoria para no recordar las iniquidades que su obra está padeciendo. Seguramente perdió la vida para no asistir a las tropelías que le hacen.

 Carta Rota. Enhiesta, arrogante, gallarda, limpia. Pero el rasgado es apreciable. Los que más tiran de ella, los ultranacionalismos montanos de los catalanistas de pena y de los etarratunas de metralleta. Los que menos la defienden, los zapateristas de talante sin talento y los corruptos de mano en Gürtel. No se miran en el espejo. No quieren mirarse. Si lo hacen, se dan cuenta de que la prueba máxima de valor es tener el mayor poder sin abusar de él. Si se miran, se descubre en sus ojos que se interesan por su facción, mas no por el pueblo. Si se contemplan, advierten, los miserables, cuán piratas y cuán déspotas son en su interior. Una  fea imagen. Una hermosa Constitución. Una Carta rota. Urge restaurarla. Urge. Para que los dictadores sean triste recuerdo de un pasado triste.

 Un saludo.

0 comentarios