MANIRROTOS
Ya lo decía el gran Benjamin Franklin: "Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco".
Sydney Pollack dirigió una película, "Danzad, danzad, malditos", que constituía todo un ensayo acerca del comportamiento del ser humano cuando, colapsado en su impotencia emocional y económica, vive en el seno de una sociedad anímicamente derrotada. El suicidio se ofrecía como una liberación. Esta tesis se defendía, asimismo, en la no menos famosa "Esplendor en la hierba". Suicidio como efecto de la locura. Locura como consecuencia de la negación de los horizontes. Gravitación insoportable de la soledad y del desamparo.
Consumir no es gastar. Consumir es gastar en concordancia con la renta, con los ingresos, con los tipos de interés, con la confianza y con las perspectivas.
En estos tiempos tan críticos, se consume con más cuidado y mayor antelación. Se evita adquirir a última hora, salvo que se esté al acecho de la ganga del minuto postrero. El pago se realiza en efectivo, a fin de no someterse al socaire de la tarjeta de crédito. Del mismo modo, que se recurre a la compra a plazos, con las suspicacias y precauciones inherentes a este sistema. Se consume. Se ahorra. No se despilfarra. La mano rota se recompone porque se hace de la necesidad, virtud.
Es el sino de las familias. Mantener las riendas de la administración doméstica con mano de acero. La inversión en Bolsa puede ser aconsejable. Puede serlo. Siempre que no nos dejemos llevar por los cantos de sirena de un mercado mentiroso por hipertrofiado, e inestable en cuanto los medios de pago no se vinculan a las necesidades de la economía real.
La economía real nos habla de paro, de subida de impuestos y de descenso de ventas. Ajuste de cinturón. La Bolsa sube hoy. Mañana, más. Pasado, se come los beneficios de un mes. Compro para vender. Peligro. El batacazo de los grandes de la banca no fue un accidente. Se sabía pero no se quiso admitir. Demasiado dinero y todo el crédito en juego. Es tiempo de reflexión. De cordura.
Cordura. Manirroto y desordenado, el Gobierno. El último de la fila. No remonta. No puede. Su pájara no es pasajera. Es de incapacidad. Es de vergüenza. Es de inoperancia. Es de ridículo. O nos apretamos el cinturón o veremos las cenizas del cementerio de elefantes. Con ellos nos reuniremos. Son necesarias medidas, ya, que permitan vislumbrar un cambio de rumbo. Con Zapatero, imposible.
Nuestro barco no tiene un pequeño agujero. Se está convirtiendo en un cascarón. ¿Y su capitán? Toca el violín. Y el violón. Su coro, aplaude. Palmeros. Serán los primeros en abandonar la nave. Lo que quede de la nave.
Un saludo.
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