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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PARO: UNA CORONA DE ESPINAS


 Así no se puede seguir. El incremento del desempleo es una llaga en el costado de hombres y mujeres. Las colas interminables ante las oficinas del INEM, una cruz sin Cirineo. Los romanos se mofan del caído. Ya no hay sueño que guardar. Espera el Gólgota. El monte de la Calavera.

 Los crucificados del paro no tienen 33 años. Muchos han superado los 50. A ellos se les hurta la resurrección. Su muerte laboral ha sido certificada. Nihil obstat, tampona el escriba de turno. El siguiente. 45 años. Nada que hacer. Yo, 28. Trabajo, no. Formación, sí. Pero te borramos de las listas del paro. ¿Entonces? Cobrarás subsidio, sí, pero no figurarás como desempleado. Formarás parte de la legión de parados que escondemos en los archivos de formación.

 El Servicio de Empleo tiene tres puertas. Por una de ellas entran los parados. Algo más allá, por otra de las puertas, se accede al dominio formativo de los sindicatos. La cuota sindical que paga el Gobierno para silenciar discrepancias. En la parte opuesta, FAFFE se erige como sede máxima de la Formación andaluza. Miles de millones se manejan. Muchos de ellos se pierden o no se explican o se justifican a modo. Millones de parados esperan su turno. Los romanos insisten: hay que formar a los parados. Los formadores son los publicanos de Cristo. Ningún Paulo de Tarso entre ellos. Tributa el pueblo. Se forran los gestores de la formación.

 No boda. No coche. No casa. No viaje. No estudios en el extranjero. No trabajo. La influenza del paro es muy contagiosa. No existe vacuna para esta gripe negra. Ni siquiera se la espera. Ni se investiga. Los laboratorios de trabajo están en poder del PSOE. En ellos no hay científicos. Sólo militantes comisariados y comisarios militantes. Calientan el sillón a cambio de retribuciones magnánimas que les pagamos los ciudadanos. No. Nada que hacer. Del Huerto de los Olivos al Gólgota pasando por Zapatero. Zapatero no es Pilatos. Él no se lava las manos. Las tiene manchadas de rojo de vergüenza. La vergüenza que produce el dolor ajeno.  Cabezas sangrantes. Las espinas se hunden en las testas coronadas. Dolor físico y dolor psicológico. La autoestima rueda por el suelo a la par que la moral se despeña.

 Corona de espinas. El Gobierno está sembrando espinas. Y vientos. No cosechará flores. Sí atraerá las tempestades. Es cuestión de tiempo. Decía el ensayista inglés Thomas Carlyle que la corona de la verdadera nobleza es una corona de espinas. La nobleza del pueblo no se la proporcionan las espinas. La nobleza del pueblo es fruto de su continuado sufrimiento. Antes como súbditos. Ahora, como ciudadanos. ¿Ciudadanos? Me temo que esta época es de regresión, de involución revolucionaria. Aquí sí encontramos el "leif motiv" para la memoria histórica. Aquí, sí.

 Un saludo.


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