RUINAS Y RUINDADES
Friedrich, el pintor romántico alemán, encontró en las ruinas del monasterio de Eldena una contemplación inspiradora. Hay belleza en la ruina, y de la ruina, Friedrich hizo arte. La belleza de unos vestigios históricos o artísticos puede ser indescriptible para algunos. Inexistente, sin embargo, para otros. Sería la ruina de los escombros y de los cascotes. Es la ruina de la guerra. Es el hundimiento de los valores. Es la desesperanza de las reliquias. La iniquidad de los despojos. No hay belleza allí donde el recuerdo impone la amargura de hechos inicuos. La desolación y la miseria nunca serán bellas. Como la quiebra, la bancarrota, la decadencia económica o la miseria, que sumen a todos en el abismo de las sombras.
Amar la ruina puede ser un sentimiento noble. Puede serlo. No lo es, en modo alguno, llamar prosperidad a la ruina. Quien falsifica los conceptos traiciona las ideas y, a su través, abdica de la grandeza del gesto o de la nobleza del espíritu. Se mueve entre cánones ignominiosos de bajeza moral y hace de la infamia vil bandera de cicatería y de ruindad personal. Conforma, entonces, un escenario de sombras, negruras y tinieblas. Construye un espectro de noches cerradas, de vidas clandestinas, de apariciones fantasmales. La luz es reemplazada por el misterio oscuro y la umbría entolda las figuras. Reino del espectro y de la desinformación.
Blanco, don José, culpaba ayer a Aznar del desastre económico que vivimos. La ruina que es y la ruina que se avecina descansan, según este ministro del Reino de España, en la gestión política de un ex-presidente. Resulta, para más "inri", que el señor Aznar renunció al cargo, de manera voluntaria, con la satisfación, reconocida por el propio PSOE, de legar una economía saneada. Las declaraciones denotan y connotan ruindad a espuertas. Las palabras del vicesecretario socialista son nubarrones cargados de malos presagios. Ruina, ruindad y negrura se personifican en la silueta desgastada y raída de un personaje que rige los destinos de España. No hay en esta imagen más belleza que la satánica ni más moral que la descarnada mendacidad.
En la entrevista que Zapatero ha concedido a la emisora de cabecera, hasta que Janli y el presidente recompongan las predilectas relaciones de muchísimo tiempo, don José Luis nos ha dejado otra de sus perlas. Perlas falsas como las falsas "moneas" que de mano en mano van y ninguno se las "quea". Hemos tocado fondo, dice. El incremento tributario recaerá en las rentas más altas, agrega. La subida de impuestos se destinará al gasto social, insiste. A una falsedad sigue otra mayor y así hasta el clamor. Ahondamos. Perforamos. Digo. La ruina de nuestra economía halla su origen en el descontrol internacional de los beneficios especulativos y de las burbujas financieras, sí. Mas su desarrollo trasciende lo global, se asienta en lo nacional y se instituye entre quienes tienen el deber y el honor de servir a la ciudadanía. En vez de actuar de esta guisa, se escudan, cobardes, en ésta para justificar la miseria a que se aboca nuestra clase trabajadora.
La ruina española se abate, sombría, sobre nuestra sociedad actual y, lo que es peor, la de nuestros hijos. Ruines los gobernantes que anteponen su permanencia en el poder a toda costa. A costa de quienes sea. A costa de lo que sea. Solón decía que la injusticia es, casi siempre, la ruina infalible de los imperios. De los imperios. No de los emperadores. Así nos va.
Un saludo.
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