COTO DE CAZA
Desde que pudo. Pudo y quiso. Y supo. Desde que aferró el mando, el PSOE convirtió el Gobierno central y los gobiernos autonómicos afines en instituciones secuestradas que sufren el síndrome de Estocolmo. La idea de institucionalizar un régimen es tan antigua como la del Estado. En el liberalismo, la institucionalización descansa en dos plataformas. Una es la aprobación de una nueva Constitución. La otra, la reforma de la Administración. El fin es la procura de la paz social. Eso, en teoría. En la práctica, los cántaros se llenan con aguas, no siempre limpias, de fuentes a veces no recomendables.
El partido que fue de Felipe tenía las ideas muy claras al respecto. Cien años de historia, que no de honradez, iluminaban su comportamiento. Con Zapatero, las medidas de control se dispararon hasta el infinito en relación directa con la falta de seguridad que, en su persona y en su partido, mostraba el marido de doña Sonsoles. La Constitución se vadea a gusto y los artículos más excepcionales, por su capacidad restrictiva, alcanzan la categoría de normalidad. En cuanto a la Administración, un coto de caza. Coto reservado. De élite. De exclusividad. Coto.
La noticia que da origen a este exordio, es la sentencia del Tribunal Supremo que limita el nombramiento de funcionarios a dedo. Ja, ja, qué risa, María Leire. Qué risa. Que dice el Supremo que se anulan determinados puestos, ya que requieren la ejecución de procedimientos y trámites administrativos, algo que puede hacer un funcionario y para cuyo desempeño no sería necesario recurrir a alguien en concreto. Y dale, la burra al trigo. Al PSOE le da igual. Va a seguir taponando los huecos, como hormiguitas cigarreras, a fin de que nadie se cuele en el coto. Vigilancia extrema. Si una Dirección General tiene ya definidas competencias y labores específicas que puede desempeñar un trabajador de la Administración, como norma deberá ser ofrecida al funcionario con méritos, capacidad y publicidad en un plano de igualdad. El Consejo de Ministros deberá nombrar al alto cargo pero para ello tendrá que justificar y demostrar la coherencia objetiva del mismo. Que me parto de la risa.
Que no me digan que “Esto supone más control del poder judicial en las definiciones y aprobación de los altos cargos”. Que no me lo digan. El control se relaja se intensifica o se hace la vista gorda. Parece mentira. La mujer de un día están tan embarazada como la que se encuentra a punto de dar a luz. El control jurisdiccional de la Administración se halla ínsito en la ley desde que la normativa se promulga. Que los jueces y la Administración participen, dolosamente, de una situación de mutua “comprensión”, es cosa distinta. La risa va a poder conmigo.
La noticia es de época. Altos cargos funcionarizados. Y un cuerno. Altos cargos politizados, como quiere el PSOE. Y bajos cargos, también. E incluso funcionarios de a pie, a través de oposiciones amañadas o de empresas públicas y fundaciones adeptas. Estaría bueno. La Administración es el coto del rey Psoe. La soberanía es nacional en tanto el Psoe gobierne. En caso contrario, la democracia hiede.
El camino a seguir es controlar al Supremo. Controlarlo para que esté pendiente de los regates del partido de Zapatero. Todavía se están riendo.
El Gobierno hace caso omiso al Supremo, al Constitucional y al mismísimo Dios si a su interés conviene. No me hablen de sentencias. Ni de chácharas. Tonterías, las justas. Guerra ya se cargó a Montesquieu hace tres décadas. España es el coto de caza. Exclusivo. Excluyente.
Un saludo.
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