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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE PROFESORES Y DE MODELO EDUCATIVO

¿Imaginan un equipo como el Madrid en el que los jugadores –Zidanes y Pavones, en palabras de Florentino Pérez- cobren del club menos que los directivos? Imposible. En teoría, los directivos no están remunerados por su funcíón. Los futbolistas, en cambio, sí. Son profesionales de este deporte de masas y perciben unos emolumentos que dependen de factores diversos. Zidane cobraba mucho más que Pavón. Todos sabemos por qué.

  El modelo educativo público español está regido por aficionados aunque haya podido ser diseñado por el mejor equipo de pedagogos. No dudo de su categoría intelectual y menos de su preparación científica. Quienes redactaron la fundamentación didáctica de la LOGSE desarrollaron un trabajo extraordinario. Los legisladores llevaron a cabo una labor manual de “corta y pega”. Sin palabras. Los políticos vendieron la nueva ley como la panacea educativa “per secula seculorum”. Estos políticos eran unos incapaces de tomo y lomo. Creyeron, o mejor, hicieron creer que el factor pedagógico era la clave. Mentían. Ignoraban. Mentían. Mentían.

  Los trabajadores son la clave. Como los futbolistas. Como los arquitectos y los albañiles. En el modelo educativo sobra la ideología y falta el sentido de empresa, el sentido común. Una empresa cuyos trabajadores se muestran, por días, más desanimados, más desalentados y más hartos del trato que reciben, no puede sino cerrar. Lock out. Es una ruina continua y constante. Mantenerla en este estado es un pésimo ejemplo para la sociedad toda.

  Se dice que cada español tiene una selección nacional de fútbol en la cabeza. Cada profesor que ha desertado de la tiza es dueño de un modelo educativo. En la empresa futbolera, por fortuna, muchos directivos han aprendido que el papel de los técnicos es fundamental y los resultados, guste o no, dictan la renovación de su contrato o su destitución fulminante.

  En la empresa educativa –por no mencionar tantas otras- los directivos son militantes del partido en el poder que, en la mayoría de los casos, tienen un desconocimiento supino del Ministerio. Ni siquiera seleccionan a los técnicos entre los mejores del mercado. Los eligen entre sus amiguetes más afines dentro de su grupo político. A continuación, a mandar. ¿A mandar qué? ¡Qué más da!  A mandar. ¿Y a quiénes mandan? A los que saben mil veces más que ellos, a los profesores. ¿Cómo va  a saber más un albañil que un arquitecto? Muy fácil. En nuestros días, la mayoría de los profesores españoles son tan arquitectos como sus jefes. Incluso en no pocos casos, la categoría profesional y académica de los profesores es muy superior a la de sus superiores jerárquicos. Sírvame el siguiente ejemplo para explicar lo que antecede. Don José Blanco, Ministro de Fomento, será un hombre muy valioso, pero él tiene el poder y la decisión. La suya prevalecerá siempre sobre la de los ingenieros que en su Departamento son y están.

  El modelo educativo que no descanse en auténticos profesionales, en profesores que practican la docencia y teorizan sobre su teoría –praxis-, es pura falacia. Pero aún el modelo educativo bien diseñado que se olvide de los realizadores materiales, de los profesores, está condenado al fracaso.

  Los trabajadores de la educación, los profesores, los enseñantes, son la esencia del modelo, su motor, su corazón. Los aficionadillos de la política que manejan las riendas del poder, que se vayan. Que se larguen. Que trabajen. ¿En qué van a trabajar? Eso digo yo, en qué.

 

 Un saludo.

 

 

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