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Francisco Velasco. Abogado e historiador

OTEGUIGUREN

 

 Es que no sé. Es que me confundo. Es que me “trompico”. Es que con tanta trola, ya no sé si me hablan de Otegui, de Eguiguren, de Zapetaro o de Etazapa. Sueño o me colocan. En todo caso, las pesadillas se hacen realidad. Lo de Etapsoe se confirma. ¿O es Psoeta? Qué casta la de estos golfos. Menuda ralea la de los mentirosos del Desgobierno. Lengua miserable la del portavoz Blanquinegro. Jauría de indeseables.

 

Que sí, que sí, que Eguiguren ya está aquí. Que ha confesado. Que negoció con Eta. Antes y después de la T-4. Que ha firmado la rendición de España. Que Mayor Oreja tenía más razón que un santo. Que la golfería psoecialista no se ha limitado a dejar el país como un páramo. Que las huestes de Alizetapé han consumado su felonía respecto a la nación española. Que cuando abandonen el poder nos vamos a encontrar cadáveres dentro de cada cajón ministerial.

 

Toda la batahola de la paz de Eta era un cuento chino. Las lágrimas del presidente zangolotino rezumaban falsedad. Es el último regalo del subgobierno psoecialista a la banda de asesinos. Los criminales etarras estaban acabados, desnutridos, famélicos. A partir del 11-M, la secta que abjura del socialismo ha engordado a la bestia. La alianza infame se ha materializado a espaldas de la ciudadanía. Otegui pena, por poco tiempo, su complicidad en los asesinatos. Eguiguren ríe las maldades y se jacta de su cinismo. Los batasunos se crecen y las víctimas lloran. Zapatero nos hunde y Felipe nos pisotea.

 

Y ahora, qué. La cuestión no es que el partido/secta quiera rentabilizar la paz de los muertos. El problema es que llaman paz a la firma de un pacto lóbrego y lúgubre. El asunto radica en el precio que habremos de pagar. El contubernio psoe-independentista tiene nombre de Arnaldo y se apellida Oteguiguren. Arnaldo no es el conde del romance. Es el esconde del jueguecito infernal de rol rompeestado. Aquel Arnaldos iba a la caza, halcón en mano. Este Arnaldo se distingue por el hacha que mata y la serpiente que estrangula.

 

Quedarán para la posteridad. Las maniobras innobles del presidente villano se escribirán en góticas letras negras con ribetes colorados de sangre inocente. La historia recogerá la dimensión del delito contra la nación. El artículo 2 de la Constitución se corresponde con el 543 del código penal. Lo de Oteguiguren es un ultraje a España. La tipicidad del delito se manifiesta en unirse a sus enemigos prestándoles ayuda o socorro.

 

Se impone la reflexión. La paz armada no es paz. No puede haber armisticio porque nunca hubo declaración bilateral de guerra. Un gobierno democrático no puede negociar con chantajistas asquerosos que han hecho trizas la palabra y encumbrado la parabellum y la bomba. Lo que pasa es que Oteguiguren ni es demócrata ni es persona. Como máximo, un miserable que saca tajada del miedo colectivo. Es un lobo con hambre de poder. Acaso un etarra infiltrado en la cueva de ladrones que se ha excavado al amparo de una formación política.

 

Una vez Zp abandone el altísimo cargo que jamás debió tener, debieran acompañarle todos los faisanes canallas que con él ensuciaron el poder del pueblo. ZP es el soberano de la ruina. Oteguiguren, su visir. Les vayan dando. A los dos.

 

Viva la Constitución de España. Viva.

 

Un saludo.

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