¡AY DE LA AIQB!
La AIQB (Asociación de Industrias Químicas y Básicas) agrupa a dieciséis plantas industriales que hacen del eje Huelva-Palos de la Frontera uno de los principales centros del sector secundario de España. El núcleo fabril químico da trabajo a más de 16.000 personas. El problema, ¡ay de la AIQB!, es que los tiempos cambian a una velocidad de vértigo y lo que ayer era válido e incluso valioso, hoy se queda obsoleto y anacrónico. Se puede decir, y así lo admite Gerardo Rojas, presidente de la asociación, que el Polo Químico está pasando el peor momento desde su creación hace la friolera de casi medio siglo.
¡Ay de la AIQB! Los EREs convulsionan hoy día a varias de sus empresas, el cierre temporal se convierte en realidad a temer, el lock out definitivo pende cual espada de Damocles. El fantasma del desempleo se corporeíza y, a fe, que asusta. La amenaza de la deslocalización se asoma con descaro. Por más que Rojas la desdeñe como próxima, la deslocalización es un mal genérico y general que se abate sobre países industrializados que en un pasado no muy lejano sufrieron las desdichas del subdesarrollo.
La Química pasa por sus horas más bajas y sólo la ENDESA dizque renovada y la refinería de CEPSA mantienen altos sus pabellones de producción y beneficios. La obsolescencia de algunas fábricas afecta directamente a su productividad y ésta es el indicador primordial de su nivel de competitividad. Y la competitividad, lectores, es la única receta capaz de hacernos superar la crisis que nos embarga. Una crisis en la que no nos ha metido Zapatero, pero de la que no tiene idea de cómo sacarnos, dando palos de ciego electoral caiga quien caiga y cueste lo que cueste con tal de andar él caliente.
Rojas, Gerardo, vive un momento delicado. Conoce como pocos la magnitud del desastre que se nos avecina y anda templando gaitas el hombre, no sea que el Consejero del paro, el señor Fernández, se le indisponga y le retire alguna subvención que otra. Pero Gerardo Rojas sabe a ciencia cierta que la situación es irreversible. No tiene dudas el todavía presidente de AIQB, ¡ay!, del futuro negro que se cierne. De un lado, el dominó está haciendo sus efectos: Fertiberia, Nilefos, Tioxide, Foret,... De otro lado, las agresiones ambientales han llegado a un punto de estiramiento que la interpretación interesada de sentencias judiciales evita romper.
Los estudios epidemiológicos serios, rigurosos e independientes brillan por su ausencia. Rojas puede decir lo que quiera, pero nadie debería hacer declaraciones tan graves sobre un tema singularmente sensible sin que la cautela presida sus palabras. La salud, primero. El trabajo, después. Felizmente descartado el peligro para la salud, el trabajo constituye nuestro primer objetivo. Con posterioridad, se hablaría de otras alternativas a la Química. Con esta Junta que gobierna (con perdón) nuestra Andalucía, en la que el amiguismo y el enchufe han tomado carta de naturaleza y donde la formación (el Fondo sin fondo) se ha convertido en el búnker do se escamotean de las listas del paro a miles de desempleados, la crisis, lejos de iniciar su desaparición, se está consolidando como las lapas se adhieren a las piedras.
Gerardo Rojas puede estar contando los últimos días/meses de lo que nunca debió establecerse donde se ubicó. Huelva asumió de buen grado, con la inoperancia de unos gobernantes franquistas tan ineptos como incívicos, un Polo químico que Sevilla desechó. Hoy se mantiene a duras penas, a trancas y barrancas. Sólo preocupa a este articulista que los trabajadores que defienden, con uñas y dientes, su puesto de trabajo engrosen las abarrotadas listas del paro. Por ellos, aunque sólo fuera por ellos y no por el exclusivo beneficio de sus empresas, Gerardo Rojas debería decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Si no, ¡ay de la AIQB!
Un saludo.
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