LEY DEL EMBUDO
Fernando de Rojas, el autor de "La Celestina", una de las más grandes obras de la historia de la literatura española de todos los tiempos, anticipó hace casi 500 años el artículo 14 de nuestra Constitución. El judeoconverso que fue de Rojas escribió: "Inicua es la ley que igual a todos no es". Refería el genial toledano que de poco sirven las leyes que no se aplican a todos por igual. El principio de igualdad legal halla su complemento en el principio de objetividad. Cuando uno y otro faltan, sienta sus lares la ley del embudo arrebatando su aposento a la ley multilateral, consensuada, legítima y justa.
Permítanme, lectores este exordio a modo de introducción al tema que hoy ocupa el comentario. Me refiero a las reacciones provocadas por las palabras del alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, sobre Juana Orta. Como todos ustedes saben, Juana Orta ha sido acusada del "delito" de alojar a familiares de etarras. Juana Orta siempre tuvo, como asegura el diario GARA, "las puertas de su casa abiertas a la solidaridad". Activa ecologista, la señora Orta es una mujer muy conocida en Huelva y muy apreciada en la ciudad.
Pedro Rodríguez, cuya categoría como alcalde se reverdece elección tras elección, ha realizado unas declaraciones públicas muy en consonancia con la llaneza de su manera de ser, la misma que se le conoce y reconoce desde su más tierna juventud. El alcalde ha referido: "Desconozco la vinculación de Juana Orta con el plan de fuga de ETA, pero desde que soy alcalde, esta mujer ha demostrado ser una persona noble, de muchos gestos humanitarios, que ha trabajado mucho por el movimiento ecologista y ciudadano".
Los barones, y baronesas, provinciales del PSOE han aprovechado la coyuntura para tirarle un mandoble a la yugular y, en su ira no contenida por tantas derrotas electorales, no han dudado en ponerlo como "chupa de domine", es decir, le han dicho de todo menos bonito. Que si es un frívolo, que si cutre, que si oportunista político, que si afán de protagonismo, y otras lindezas de ese estilo.
Este articulista desconoce la ideología de la señora Orta, aunque puede imaginársela, pero casi seguro que, ni de lejos, milita en el PP. Lo cual distingue, todavía más, la categoría política y moral de Pedro Rodríguez. En momentos de especial dificultad, cuando sólo los valientes dan la cara aunque sea para que se la rompan, el alcalde Rodríguez, lejos de esconderse o de callarse, ha valorado los méritos que han adornado a esta mujer.
En este punto, me viene a la cabeza el nombre de una de las grandes damas de la sociedad onubense, doña Paula Santiago. A mi entender, la señora Santiago es uno de los grandes referentes sociales de la Huelva de todos los tiempos, por su labor extraordinaria en los niños y jóvenes más desfavorecidos. Es un hecho su labor y un reconocimiento su calidad humana. La vinculación de Paula con el PSOE es harto conocida. Me pregunto si, por algún ardid del destino, la señora Santiago se viera involucrada en acciones de la índole en que se ha encontrado la señora Orta, los duques, y duquesas, del Partido único hubieran elegido la misma senda. Estoy seguro, sin embargo, que hubieran salido en su defensa. ¿O no? De ser sí, a qué viene el ataque contra Pedro Rodríguez. En todo caso, el alcalde se hubiera manifestado de igual manera, o sea, hubiera ponderado los indudables méritos de Paula. Pedro Rodríguez se comporta como un caballero y, como tal, trata a todos por igual. Sus enemigos, a lo suyo, a actuar conforme a la ley del embudo. Hipocresía fina. Ya lo dijo Fernando de Rojas: "Inicua es la ley que igual a todos no es".
Un saludo.
Permítanme, lectores este exordio a modo de introducción al tema que hoy ocupa el comentario. Me refiero a las reacciones provocadas por las palabras del alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, sobre Juana Orta. Como todos ustedes saben, Juana Orta ha sido acusada del "delito" de alojar a familiares de etarras. Juana Orta siempre tuvo, como asegura el diario GARA, "las puertas de su casa abiertas a la solidaridad". Activa ecologista, la señora Orta es una mujer muy conocida en Huelva y muy apreciada en la ciudad.
Pedro Rodríguez, cuya categoría como alcalde se reverdece elección tras elección, ha realizado unas declaraciones públicas muy en consonancia con la llaneza de su manera de ser, la misma que se le conoce y reconoce desde su más tierna juventud. El alcalde ha referido: "Desconozco la vinculación de Juana Orta con el plan de fuga de ETA, pero desde que soy alcalde, esta mujer ha demostrado ser una persona noble, de muchos gestos humanitarios, que ha trabajado mucho por el movimiento ecologista y ciudadano".
Los barones, y baronesas, provinciales del PSOE han aprovechado la coyuntura para tirarle un mandoble a la yugular y, en su ira no contenida por tantas derrotas electorales, no han dudado en ponerlo como "chupa de domine", es decir, le han dicho de todo menos bonito. Que si es un frívolo, que si cutre, que si oportunista político, que si afán de protagonismo, y otras lindezas de ese estilo.
Este articulista desconoce la ideología de la señora Orta, aunque puede imaginársela, pero casi seguro que, ni de lejos, milita en el PP. Lo cual distingue, todavía más, la categoría política y moral de Pedro Rodríguez. En momentos de especial dificultad, cuando sólo los valientes dan la cara aunque sea para que se la rompan, el alcalde Rodríguez, lejos de esconderse o de callarse, ha valorado los méritos que han adornado a esta mujer.
En este punto, me viene a la cabeza el nombre de una de las grandes damas de la sociedad onubense, doña Paula Santiago. A mi entender, la señora Santiago es uno de los grandes referentes sociales de la Huelva de todos los tiempos, por su labor extraordinaria en los niños y jóvenes más desfavorecidos. Es un hecho su labor y un reconocimiento su calidad humana. La vinculación de Paula con el PSOE es harto conocida. Me pregunto si, por algún ardid del destino, la señora Santiago se viera involucrada en acciones de la índole en que se ha encontrado la señora Orta, los duques, y duquesas, del Partido único hubieran elegido la misma senda. Estoy seguro, sin embargo, que hubieran salido en su defensa. ¿O no? De ser sí, a qué viene el ataque contra Pedro Rodríguez. En todo caso, el alcalde se hubiera manifestado de igual manera, o sea, hubiera ponderado los indudables méritos de Paula. Pedro Rodríguez se comporta como un caballero y, como tal, trata a todos por igual. Sus enemigos, a lo suyo, a actuar conforme a la ley del embudo. Hipocresía fina. Ya lo dijo Fernando de Rojas: "Inicua es la ley que igual a todos no es".
Un saludo.
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