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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LENGUAS, JOYAS, TESOROS

LENGUAS, JOYAS, TESOROS

El artículo 3 de la Constitución Española de 1978 expresa, en su artículo 3, que el castellano es la lengua española oficial del Estado y todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. -También dirá algo de las otras lenguas de España, apunta un catalán de Puigcerdá. Pues claro, nuestra Carta Magna precisa que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Con ser importante esta precisión, se introduce un matiz que, a veces, nos pasa inadvertido. Es el siguiente: "La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección".

 En el programa de TVE “tengo una pregunta para usted” cuando uno de los participantes llamó al sr. Carod Rovira por su nombre de pila, José Luis, éste respondió, con mínima cortesía y menor respeto, que él se llamaba Josep Lluis, aquí y en "la China" (sic).

  No satisfecho con la respuesta, d. Josep Lluis agregó que se estaba menospreciando la lengua catalana en una cadena pública de televisión que también pagamos los catalanes, lo cual, en su opinión, hace crecer en Cataluña la  desafección hacia España. Toma del frasco. Las palabras del sr. Carod son claras, contundentes, propias de alguien que dice querer a Cataluña, y que odia de tal manera a España, que procura la ruptura del Estado a fin de alcanzar la independencia de aquella parte de nuestro país. Los sentimientos son los sentimientos y su expresión es libre porque los mismos no vulneran derechos ni recortan libertades. -Mas no es el caso de Carod, esgrime el sr. Fernández, español nacido en Cataluña de padres oriundos de Barcelona desde mediado el siglo XIX. No es el caso, precisa mi interlocutor, porque el Presidente Montilla sí lleva a cabo una política lingüística de inmersión en la lengua catalana que desprecia la española y así se ha pasado del sentimiento (amor-odio) al acto y este acto sí constituye todo un atraco a los derechos y libertades de los españoles, de todos, desde los andaluces a los aragoneses y desde los gallegos a los murcianos.


 Para este articulista, el problema adquiere tal dimensión que, para su análisis, precisaría un manual. Por ello, me centraré en remachar una idea: un idioma o lengua oficial es, por definición, el establecido como de uso corriente en documentos oficiales, en la Constitución o en las leyes de un Estado y, por extensión, en sus territorios o áreas administrativas directas. El idioma oficial está ligado fuertemente al concepto de Estado-Nación, que se define en términos lingüísticos frente a otras comunidades. Pero la Constitución no lo hace en términos exclusivos como ocurriera otrora, sino que, consciente del tesoro que posee España en virtud de su riqueza  y variedad lingüística, potencia las lenguas de las comunidades que tienen la suerte de hablarlas. Es toda una muestra de "grandeur" democrática que contrasta con la pequeñez, la mezquindad y la villanía de quienes dictan órdenes tendentes al monolingüismo.  

 Fue la situación de Alemania y de Italia antes de sus procesos de unificación, que, en aras a la creación de Estados nacionales, llevaron a cabo, desde la escuela pública, un proceso de implantación de la lengua única. Y es que la distinción de idioma oficial puede ser tan fuerte como para obligar a las poblaciones que no lo hablan, a perder sus derechos o no ser considerados ciudadanos si no se aprende la lengua nacional. Fue así como se hizo en la dictadura franquista y así es como se viene actuando en la dictadura nacionalista de Cataluña. ¿Quién es el presidente de la Generalidad de Cataluña? El socialista Montilla, nacido cordobés pero más catalán que Companys, por aquello del síndrome del hacerse perdonar. ¿Y por qué lo permite Zapatero? Porque si su partido persigue gobernar, cueste lo que cueste, tragará lo que sea, como ya hizo con ETA. No olvidemos que preside un Gobierno que está al servicio del PSOE, y no al revés. ¿Y el tesoro? No hay más tesoro que gobernar porque nadie se puede imaginar a cuántos se privilegia y con cuántos votos de partida se cuenta. ¿O no?
 Un saludo
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