EL CERO PATATERO
Me lo refería un buen amigo, con su gracejo habitual. Todos sabemos que la crisis es grave, difícil de resolver, pero a grandes males, grandes remedios. Lo que no se puede hacer es esperar a que escampe, porque los efectos del temporal pueden ser tan perniciosos que el desastre podría resultar definitivo. Me explicaba L., inicial del nombre de mi amigo, catedrático de Física, que podría establecerse un paralelismo entre la crisis y un examen. Contaba L. que, en cierta ocasión, un alumno y su padre se dirigieron a su despacho a fin de pedirle explicaciones por la calificación que había dado al joven. Se quejaba el padre de éste que el examen había sido especialmente complicado, que no era de recibo una prueba de tanta envergadura por mucho que se tratase de un filtro final antes de obtener la titulación correspondiente. Mire, le respondió el profesor, es cierto que el examen ha sido complicado, pero tenga en cuenta que, en el cómputo de alumnos, un par de ellos ha obtenido un sobresaliente, tres lograron notable, media docena alcanzaron un aprobado raspadito; el resto, suspendió. Sin embargo, entre los suspensos, existe un abanico de notas entre el cuatro y el uno; su hijo ha sido el único que ha sacado un cero. Pregúntese la razón y si no la encuentra, yo se la daré. Todos los alumnos, en mayor o menor medida, con más o menos fortuna, en base a su dedicación y esfuerzo, han hecho lo que han podido. Sólo dos de ellos plantearon los problemas en sus justos términos y los resolvieron con brillantez; otros, lo intentaron con cierto éxito; unos pocos, en fin, sucumbieron en su intento. Todos realizaron un esfuerzo para solucionar la complejidad, pero es que el chico nada hizo por buscar salida a la problemática que, repito, fue ardua.
Lo mismo que a Zapatero. Que si la crisis es global; que si la economía internacional está, toda ella, afectada; que si los paraísos fiscales; que si los bancos no prestan; que si... Todas son excusas bobas para salir indemne y eludir su responsabilidad. Pero mire, Presidente, cuando hace un año se le avisaba de la recesión que se nos venía encima, Vd. tachaba a los anunciantes de antipatriotas; cuando Vd. aplaudía con frenesí la gestión de Solbes, tenía las manos demasiado ocupadas en la autoloa como para encallecerlas en la refriega diaria del trabajo; mientras los actores de la "ceja" le reían las gracias y usted se autocomplacía en ellas, millones de españolitos se quemaban sus cejas para amortiguar los efectos de tan devastadora destrucción de empleo; cuando Bermejo salía de caza, cuando Touriño se regalaba su excepcional Audi, cuando Solbes envidiaba al ex ministro de justicia, cuando Bibiana nos distraía con el aborto de las niñas de 16 años, cuando Magdalena nos embelesaba con su extraordinario sentido de la gestión, cuando la señora Cabrera nos quería vender su satisfacción por la asignatura de educación para la ciudadanía, cuando doña Carme Chacón invitaba a las tropas a unas tapitas con cerveza para celebrar la no salida de Kosovo, cuando Moratinos, bueno de Moratinos no quiero decir nada, que ya bastante tiene el pobre con él mismo; cuando todo esto está ocurriendo, va usted, Presidente, y se reúne con Obama, se acerca al cénit de la felicidad más completa, se aproxima al éxtasis y muere de éxito personal. Habráse visto mayor simpleza. Cuando regrese a España, verá la imagen real de un país que se sostiene a duras penas, la dura visión de unos ministros quemados en su propia ascua de ineficiencia, la sórdida prisión de quienes, sin medios económicos, no pueden disfrutar de su libertad para moverse porque no tienen a dónde ir sin dinero, sin recursos, sin posibilidades.
Es grave la crisis, Presidente, pero no sea usted como el alumno del cero. Trabaje, estudie, esfuércese, plantee, repase fórmulas, rodéese de compañeros de gabinete solventes y serios, acuda a tecnócratas eficientes, deje de lado a politiquillos de partido que sólo sirven para echar balones fuera. Que la indiligencia del alumno sólo a él y a su familia perjudicaba. La suya, a millones de españoles que no nos merecemos a un gobernante perezoso ni incompetente. Tome medidas, Presidente.
Un saludo.
Es grave la crisis, Presidente, pero no sea usted como el alumno del cero. Trabaje, estudie, esfuércese, plantee, repase fórmulas, rodéese de compañeros de gabinete solventes y serios, acuda a tecnócratas eficientes, deje de lado a politiquillos de partido que sólo sirven para echar balones fuera. Que la indiligencia del alumno sólo a él y a su familia perjudicaba. La suya, a millones de españoles que no nos merecemos a un gobernante perezoso ni incompetente. Tome medidas, Presidente.
Un saludo.
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