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Francisco Velasco. Abogado e historiador

VERLAS VENIR

Magdalena Álvarez, ex Consejera de la Junta de Andalucía, Ministra de Fomento. Bibiana Aído, ex Directora General de la Junta de Andalucía, Ministra de Igualdad. Carmen Chacón, ex Ministra de Vivienda, Ministra de Defensa. Las tres pertenecen al PSOE. Las tres han accedido a estos puestos de tan alta responsabilidad política en virtud de su condición de militantes del Partido Socialista. A las tres mujeres se les reconoce una valía. Las tres se han de someter, en función del cargo público que ostentan, a la crítica periodística y de los ciudadanos en general. La crítica, pues, no se realiza al personaje privado, sino a la figura pública. En consecuencia, habrá que convenir que la crítica no se hace tampoco a su condición de mujeres. No obstante, que ya conozco el paño totalitarista y nazi de la propaganda psoecialista, este bloguero rechaza de antemano cualquier acusación de antifeminismo porque, en su caso, se trataría de esconderse bajo el escudo de féminas para aventar errores, ineptitudes e incompetencias. ¿Y por qué no la crítica a los ministros o al propio Presidente del Gobierno? Todo en su momento. Hoy toca ellas y de ellas, una terna. Y de la terna, su D´Artagnan.

    Dicho lo cual, uno llega a la conclusión de que tanto la Sra. Álvarez como la Sra. Aído como la
Sra. Chacón pueden encuadrarse tipológicamente en las políticas de cuota que ha establecido el PSOE para dar la apariencia de su feminismo militante y de su "caballeroso" afán de defensa del derecho de igualdad entre hombres y mujeres. ¿Aceptará Pepe Blanco, el todopoderoso Vicesecretario General del Partido a cuyo servicio se encuentra el Gobierno de España, que estas mujeres no serían ministras de haber triunfado en las elecciones Izquierda Unida? No digo ya el Partido Popular ni siquiera UPyD. Digo un partido acreditado de izquierdas como el que incluye al Partido Comunista de España. ¿Serían, en ese caso, ministras las tres mujeres mencionadas? Sospecho que la respuesta siempre sería negativa, porque, en realidad, el criterio que determina el ser, o no, ministro de un Gobierno no lo determinan los principios administrativos de igualdad, mérito, capacidad y publicidad, sino el estar adscrito, o no, en el momento oportuno en la formación política electoralmente triunfante. Si es el PSOE, los criterios son los correctos y justos; de ser el PP, el ánimo de gobernar se solaparía en la malévola intención de la malévola derechona.

    Sea como fuere, las cosas son como están y no como deberían estar. Por ello, en el balance de la Ministra de Fomento, el resultado no puede ser más negativo. Basta leer los titulares de prensa que su gestión ha provocado para fundamentar la calificación que se le otorga. La Ministra Álvarez, a la que algunos llaman cariñosamente "Lady Aviaco" por sus aficiones a los viajes gratis total, se ha superado a sí misma cuando ha decidido que su Ministerio, ¡en una crisis tan cruel como la que padecemos!, gaste más de ciento veinte millones de pesetas en unas obras posiblemente innecesarias. Triste trayectoria (Tres tristes tigres) de la denostada campeona de la mala gestión pública. Balance análogo es el que cabe aplicar a la joven Titular de Igualdad, toda vez que su cartera ministerial posee una insustancialidad que aterra a cualquier espectador foráneo. El record de la incuria moral lo batió hace pocos días cuando decidió -aburridita ella de sus juegos a ministros y ladrones- presentar un proyecto ley para modificar el Código Penal respecto al tema del aborto. Que sí, que se abortará a los 16 años porque quien puede casarse puede matar, y a los padres, ni cuenta, panda de progenitores analfabetos.  En cuanto a Carmen Chacón, si su papel como Vicepresidenta del Congreso no pasó de anodino y su actividad como Ministra de la Vivienda fue causa de críticas acervas por mor de su inanidad, ahora como Ministra de Defensa ha pinchado su burbuja de imagen. La pifia demagógica que ha cometido con el anuncio de retirada de Kosovo la ha encumbrado al dudoso liderazgo del esperpento político. La OTAN no sabe qué hacer ante el modelo diplomático que gasta esta catalana irredenta. La coronación de la vanguardia feminista encuentra su sede en la vicepresidente Fernández de la Vega, que anda estos días muy malhumorada, tras su periplo africano, porque un representante de la derecha más carca se empeña en difamarla. La acusa, qué atrevimiento, de voto fraudulento e ilegal en las últimas elecciones generales de 2008. ¡Si ella quiere votar en Valencia (por más que su vivienda sea inhabitable y se localice en la calle Diseminados), quién es Pons para reprochárselo! ¡Y si a ella le da la gana acercarse a las fiestas falleras (despreciando la invitación oficial de la alcaldesa Rita Barberá pero congraciando a unos amigos entrañables) pues se monta en un Mystére, cual una nueva Alfonso Guerra en Ayamonte (por lo menos ella no tiene un hermano Juan que invite a café en la Junta de Andalucía), y nada más que decir que para eso hacía las veces de Presidente del Gobierno! ¡Dita sea esta derecha cavernícola!

    ¿Cree alguien de ustedes que tiene la paciencia y la bondad de leer este cuaderno de bitácora,
que una empresa privada de entidad y con aspiraciones de expansión comercial colocaría a alguna de estas damas entre la plana mayor de sus ejecutivos? Mi respuesta es que no, y mucho menos a quien por gracia y obra de sus cataplines, las ha elevado para un rol tan importante. En cualquier caso, asumido el error de la elección, y el de la recomendación, sus gestas públicas constituyen causa suficiente para un despido fulminante que Juez de lo Social alguno calificaría nunca de nulo.

    El próximo día hablaremos del Gobierno, en su cuota de afinidad presidencial socialista


 

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