BURRIFICADORES INTERNACIONALES
País de charanga y pandereta. España, camisa negra de mi desesperanza. Los asesinos de la serpiente venenosa y del hacha cortacuellos quieren burrificar su proceso de desaparición. Como se creen que los españoles somos jodidos jumentos, nos tratan como a animales de carga en tiempos preindustriales.
Con la bendición preliminar del censurado Zapatero, con el apoyo interesado del tal Urkullu y con la ominosa ceguera de Rajoy, los malditos etarras elevan la estupidez a categoría de ciencia exacta. Y lo malo es que saben lo que hacen y conocen a los bueyes con que aran.
Los integrantes de la Comisión Internacional de burrificación están más contentos que unas pascuas. A ver. Unos días en España, a gastos pagados y lujos rendidos, de p. madre. Se entrevistan con unos cuantos encapuchados, escuchan las sandeces del lehendakari, visualizan una caja de cartón con unas cuantas cargas de muerte y, hala, a hartarse de comer y de beber en los templos inimitables de la gastronomía vasca. Total, para no dar fe de que el armamento de la banda sigue intacto.
La marca España se está convirtiendo en producto de mercadillo de los lunes. Los sangrientos de ETA, los mamporreros afines, los burgueses corruptos de la Generalitat y la plebe diseccionadora del territorio constitucional se ponen de acuerdo a la hora de vender la ínfima calidad del mercado patrio.
En los foros internacionales, se frotan las manos. Descompuesto el país, airada la oposición y escapista el gobierno, los ciudadanos se consuelan en los partidos televisados, en los programas del cotilleo y en la certeza de que el mal de muchos no es consuelo de tontos, sino de asnos.
Los burrificadores internacionales somos nosotros. Los turistas extranjeros de mil euros/día son los listos de la obra. Ellos se aprovechan del menú que les pagamos los idiotas.
Que me hablen del estado de la nación. Me echo a llorar.
Un saludo.
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