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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PRESIONALIDAD

 

La de los morancos no es personalidad. Es presionalidad. Qué arte. Qué categoría. Qué empaque. Qué talento. Qué tomates.

 

A los cómicos andaluces les ha entrado el síndrome de Estocolmo en la tele pública catalana que pagamos todos los españoles. Los morancos han  dado un espectáculo de credibilidad en huida. Los hermanos más famosos del chirigoteo hispano han declarado en TV3 que defienden el referéndum propuesto por Mas para decidir la independencia de la Comunidad. Ahí, con dos narices y unas pinturas de payasos de tercera. Es que su presionalidad es inmensa.

 

Cómo no será que a la vista de su posible contratación en el País Vasco, ya están preparados para su intervención televisiva. Que sí, que sí, que los vascos también tienen derecho a preguntar, ellos solos, por dónde cae la calle de la secesión esquina plaza de Sortu. En Sevilla se les va a conocer, a este paso, como los potrancos. Desde luego, si tienen previsto actuar en Carabanchel, la segregación de Madrid será una decisión firme. Y si en Burgos, Gamonal volverá a separarse de la capital.  Lo que sea con tal de satisfacer al anfitrión pagador de turno y evitar polémicas allá donde el poder político atemorice, de una manera u otra, a la sociedad civil.

 

No sé si algún empresario gibraltareño los tiene en su agenda para las fiestas patronales del Peñón. De ser así, la televisión local podrá presumir de la soberanía de la colonia británica y de su exclusión de la historia española. Este dúo tiene una gracia para todos, para todos y para el teto. Es que me harto de reír.

 

Menos mal que la cantante Tamara manifiesta personalidad a raudales. Las presiones mediáticas penetran por un oído y salen por el otro. Si Cataluña se independiza, ha dicho, me largo. Se siente catalana y es culé hasta la médula, pero de independencia, res de res. Eso sí, a pesar del acoso, la señora, con dos bemoles. Ella tiene personalidad y no pechonalidad. Los morancos se quedan en presionalidad. Lo de siempre, a falta de pan, el candeal ajeno.

 

Un saludo.

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