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Francisco Velasco. Abogado e historiador

UN FOSFOAEROPUERTO PARA HUELVA

 

 Mala cosa. Cuando alguien autocalificado de capirote se pone a pelar la vara, sigue con la navajita hasta quedarse sin ella. Sin vara, claro, porque el arma blanca sigue blandida por el neurasténico persistente.

 

Desde que ciertos políticos de la legua, por lo de cómico su interés, han reabierto la puerta blindada de la construcción de un aeropuerto para Huelva, algunos faranduleros amigos siguen machacando al personal con  la cantinela de una infraestructura imposible en una tierra carente de comunicaciones elementales por carretera, de instalaciones ferroviarias mínimas y de emprendedores privados a la usanza burguesa industrial o mercantil. En Huelva, la teta de las instituciones está más sobada que la pipa de un comanche. Todos los empresarios aproximan el señuelo a ellas por ver si una subvención –finalista o no- de las que no se supervisan, cae en la red de los pícaros.

 

Es llegado el turno del aeropuerto. En una ciudad que no tiene para comer, los oportunistas de siempre pretenden instalar un restaurante de varios tenedores dentro de un hotel estilo Dubai. Venga ya. Y, encima, nos quieren vender la burra a través de los partidos de siempre, de los intelectualoides de cabecera, de los sindicatos EnREdados y de los partidos de coimas miles.

 

Sin embargo, el acabóse del invento es la idea de construir la terminal en  tierras donde los fosfoyesos convierten a nuestra ciudad en el culo del mundo civilizado y por civilizar. A escasos doscientos metros del núcleo urbano y en plenas marismas de Mendaña.  Con tal de tapar la porquería, en  vez de sanearla, hay santurrones que se prestan a servir copas en un lupanar o a repartir caramelos de cocaína en las puertas de una guardería.

 

Detrás de esta reprogramación de los medios, se encuentra el PSOE y, al frente del tinglado, la Diputación de Caraballo. El PSOE que promete excelencias y que las incumple al segundo siguiente de la exposición. El PSOE que desgobierna Andalucía con el mismo entusiasmo con que facilita la legalización de los amigos de ETA. El PSOE que aconseja sobre la calidad de lo público mientras sus capitostes disfrutan los medios de la privada.

 

El fosfoaeropuerto de Huelva es una categoría de infraestructura que sustantiva y adjetiva a la clase política de esta provincia. Su capacidad de convicción es tal que el electorado sigue votando masivamente a los gestores de esta calamidad económica y social. Pues que siga así la fiesta. Por muchos años. Por tantos muertos.

 

Un saludo.

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