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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA DOCTRINA DEL VACÍO

 

 Zapatero no resiste un debate. Si ayer salió indemne de la entrevista de Ana Pastor, es porque ésta amagaba pero no propinaba. Ocurre cuando los interlocutores pertenecen a una misma línea de conveniencia ideológica y, especialmente, de intereses políticos y económicos compartidos.

 

Ana Pastor ataca con fiereza a José María Aznar. A Zapatero, apenas un par de palmaditas en la espalda para justificar su agresividad remunerada. Escuchar a José Luis Rodríguez Zapatero negando la posibilidad de secesión de Cataluña me pone de los nervios. Dicho por el mayor dinamitador del estado español en la historia reciente del país, clama al cielo. Sus argumentos son tan débiles como selectiva su desmemoria. Pocas veces he tenido el disgusto de conocer a un tipo cuya demagogia me produzca tantas arcadas.

 

No contempla la secesión  de Cataluña pero, eso sí, que la Constitución se adapte al Estatut y que a Cataluña se la eleve a categoría de Estado Libre Asociado y que las demás autonomías asuman su rol de caterva de pobres figurantes. No para ahí el mensaje ofensivo del expresidente. Ni siquiera lee la prensa ni calibra el alcance de los sentimientos que él mismo puso a hervir en la olla de la pócima mágica del populismo más infantiloide. No se entera el leonés de Valladolid que la jauría independentista tiene hambre de ruptura y que el regalo de nuevas competencias  no sacia las ansias devoradoras de Arturito y de Oriol y otros bichitos de sensiblería inmunda. Que buscan su propio estado, leche.

 

El estado de bienestar que, entre todos nos hemos cargado, constituye hoy una entelequia. Durante los últimos 30 años hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora pagamos las consecuencias del desfalco realizado al pueblo. Políticos manchados de sangre, de torturas y de robos. Sindicalistas forrados de dinero que disfrutan de la gran vida merced a la bandera sucia de los trabajadores despedidos. Instituciones putrefactas a causa de las infecciones inoculadas por quienes tienen el deber de mantenerlas intactas. Un país roto por los golpes de los canteros de catedrales construidas con los restos de antiguos templos.

 

La doctrina del vacío. España se muere y el simplón renegado de Zapatero exhibe en público su nulidad política y humanística. Vaya a paseo, hombre. Y llévese a Ana con usted.

 

Un saludo.

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