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Francisco Velasco. Abogado e historiador

INVERCARIES

 

Invercaria nos sale cara. Como una endodoncia colectiva. Por el precio de la empresita y por el rostro de los jefecillos. A Pedro Pacheco le cae una condena por enchufismo. Me alegro, Pero qué castigo merece Griñán por ese motivo. La tira.

 

Una empresa privada no coloca de director de la sucursal más modesta a un indocumentado o a un iletrado. Se juega mucho en el brete para cometer un error de ese calibre. Un protésico dental puede usurpar el papel de odontólogo pero ya sabe el riesgo del intrusismo. En las empresas públicas y en los consejos de administración, el mindundi más mindundi ocupa la más alta esfera del mando. En Invercaria/Invercaries, el que fuera director financiero no tenía ni el Bachillerato. Como debe ser. La boca desdentada por mor del escorbuto y de la falta de asepsia.

 

Si Valderas es vicetodo de la cosa, por qué este chiquillo no va a poder lucir la cartela de jefazo en su despacho de lujo. Si Mario Jiménez es portacoz, a qué viene reprochar a este sujeto agente por sus carencias universitarias. Tanta leche con los recortes en educación y vienen a aupar a este individuo a la categoría de financiero jefe sin una licenciatura en económicas o en empresariales que llevarse a la boca.

 

  Qué puñeta de inversiones podrá hacer la Junta con un experto en peloteo. Qué selección de personal se ha llevado a cabo para defender los impuestos que pagamos los contribuyentes. Cómo apagar el fuego de la indignación que nos quema a sabiendas de que estamos en manos de unos parásitos. Quién puede sostener que los de Invercaria se intitularan sociedad de capital riesgo cuando, en verdad, lo que había era peligro inminente de ruina.

 

 Pues ahí tienen otra triste historia de los tristes tigres de nuestra triste vida. No lleven a sus hijos a la escuela, al instituto o a la universidad. Matricúlenlos, desde que nacen, como hacen los forofos del fútbol, en el partido de sus amores políticos. Que hagan carrera entre caballos fondones, reptiles hambrientos y sindicalistas mamporreros. Futuro asegurado.

 

Eso sí. Una vez que todos se decanten por esta opción, convenceré a mis descendientes para que formalicen su residencia en un país en el que sea posible la ciencia, la humanística, el conocimiento, la lealtad, la rectitud y el esfuerzo. De esta Andalucía de mangantes, es preferible alejarse. A-le-jar-se.

 

Antes que las caries nos lleven al otro sitio.

 

Un saludo.

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