ASESORES ASEZORROS
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La reforma de la Administración Local contiene elementos de traca fallera de cuarta clase. Me recuerda al chiste de cruz y raya: si hay que reformar, se reforma pero para reforma como ésta, “pa qué”. Esta reforma es un adminículo de restricción del gasto. Si realmente se quiere frenar el chorro de dinero público, metan la tijera en la casta gobernante, que de gobernante tiene poco y de clan ultramasónico, una barbaridad. Con millones de desempleados, a pesar de los cientos de miles de funcionarios a los que han cercenado su dignidad, frente a la masa de desahuciados y por expulsar de sus viviendas, viene el señor Rajoy y nos presenta un paripé de cambio administrativo.
Dice Felipe González que no le complace el “váyase señor Rajoy” como movimiento cacofónico que ya ha iniciado su compañero Rubalcaba. Pero es que no queda otro remedio. Si el presidente del gobierno de España, un millón de veces mejor que el impresentable Zapatero pero no por ello buen regidor, sigue perpetrando actuaciones como la presente, habrá que gritarle lo del “váyase” en vez de solicitárselo con voz meliflua. A gritos. Es cierto que en poco más de un año, se ha reducido el déficit y el país vuelve a gozar de cierto aprecio internacional. No lo pongo en duda. Pero a costa de quién. De los políticos ladrones, no. De los gabinetes de mando de las comunidades, menos. De los empresarios mangones, una leche frita. A costa del pueblo. A cuenta de los ciudadanos. Gracias a la paciencia infinita de nuestra gente. Merced a las dosis de somníferos de las televisiones que nos “regalan”, a precio alto, los partidos de fútbol y los programas de cotilleo íntimo.
Si yo invito a mis amigos y pagan éstos, soy el tipo más generoso del mundo. Es que no tengo nada para mí, ensalzarán mis biógrafos de cabecera. La reforma de la Administración Local es un brindis al sol que más calienta. La permanencia de casi toda la banda de asesores de los ayuntamientos y de las diputaciones, de las comunidades autónomas y de las empresas y organismos públicos, es una vergüenza. Una vergüenza mayúscula. Todos a la calle, hombre. Estos asesores son, en la inmensa mayoría de los casos, pájaros de mal agüero que aguardan, con el pico abierto de par en par, los miles de euros mensuales que agradecen su obediencia ciega al jefezuelo de la tribu partidista. Para asesorar, ya están los altos funcionarios de la Administración. Qué puñetas pintan estos desarrapados de la sociedad en funciones que precisan una alta formación. No conozco a un colegio de abogados, de arquitectos, de médicos o de bibliófilos en pasta que pague sueldos a asesores no relacionados con sus oficios ni destacados por sus conocimientos sobre el cultivo del algarrobo. Si piden asesoramiento, entre sus propios miembros.
El que el Ayuntamiento de Huelva pierda dos de sus veintinueve asesores, es un escarnio. El que la Diputación de nuestra provincia conserve a toda la partida de desahogados que se dicen asesores y más parecen asezorros, es una puñalada en la dignidad de los empleados de ambas instituciones.
Esta reforma de la Administración Local es toda una chapuza. Una indecencia que se nos quiere vender como un cambio radical de rumbo. Pues miren ustedes, no. No y no. El timón del país está en manos de una persona legitimada por las urnas, no se niega. Sin embargo, ese señor está incapacitado, por su cobardía, por la falsedad de sus promesas, por la realización de sus deberes a base de los apuntes y trabajos de los demás, para seguir al frente de la nación española. Lo digo hoy y lo avancé ayer. El voto que le concedí y la defensa que de su figura hice, me las como con patatas. Y me indigesto.
Eso sí, antes Rajoy que Rubalcaba, que Lara, que Rosa Díez y que toda esta cohorte de banderilleros de salón. Si don Mariano no atiende la invitación de salida, pues nos conformaremos con recordarle lo que Aznar trasladaba a don Felipe. Salvo que la Providencia le haga rectificar y asuma el rol que nos vendió en las elecciones. Lo que pasa es que la rectificación es improbable si se tiene en cuenta que el gran demagogo D. Mario Jiménez se postula declarando que la reforma "es una voladura controlada de la democracia municipal" y el pope de la izquierda de caviar, don Diego Valderas, ya apunta hacia un recurso de inconstitucionalidad. Don Mario y don Diego, en pos de aumentar la nómina de asezorros afines a sus personas y a sus partidos. Los ciudadanos, en cambio, nos escandalizamos de que no los eliminen a todos de un plumazo por inútiles y vividores.
Asesores, sabios, sí. De la propia casa pública. Asezorros, golfos, a medrar entre la basura del partido que los alimenta. Reformitas chapuzas. Reformistas, chapuceros. Mario y Diego, banqueros de dinero público y empresarios de empleos infames.
Un saludo.
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