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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LAS LLAMAS DEL EXTRACTOR

 

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 El director de la Intervención General, señor Gómez, ha recurrido a un grafismo mental para explicar el incendio de los expedientes de regulación de empleo de la Junta de Chaves y de Griñán. Ante los gritos de fuego, fuego, el dueño de la casa exigió un informe escrito explicando las características de la llamarada. A ver si vamos a alarmar a la vecindad por un quítame allá esas chispitas. No obstante, por más que las palabras del Interventor suenan certeras y tajantes, nadie nos ha convencido de que el funcionario insistiera en sus llamadas de terror. Lo mismo temió que alguien le cortara...la retirada.

 

No trato de salvar por un momento la responsabilidad de la panda juntera. Bajo ningún concepto. Bastante lastre arrastra por sí sola. Lo que me queda en el consciente es el número de advertencias y la intensidad de las mismas. Básicamente para que no se quede con el baldón de que nadie pueda pensar que cumplió su deber y guardó sus espaldas. Dicho de otra manera: ¿los alaridos del señor Gómez se limitaron al descubrimiento de la primera candela o se repitieron hasta que su garganta no dio más de sí? O más allá: ¿informó a los superiores máximos de la jerarquía sobre la magnitud del coloso cremado? Miren ustedes, es que no estamos ante un presunto delito inicial que terminó al día siguiente de su estallido. De haber delito, ha sido continuado y la piromanía reinante presentaba caracteres de patología colectiva y no atribuible a un sujeto determinado.

 

Insisto. ¿Informó Gómez a Chaves tras constatar lo baldío de sus notificaciones al IFA o a la Consejería de Empleo? Acaso se limitara, ya digo, a cubrir su espina dorsal sin dar cobijo a otro tipo de expedientes contra su persona. La desmemoria sobrevenida de algunos cargos públicos provoca reacciones de sospecha entre la ciudadanía. Gómez debió reunirse tantas veces con el Consejero de Hacienda, a la sazón Griñán, que no recuerda si en alguna de esas reiteradísimas ocasiones, le trasladó su preocupación sobre caso tan difícil. En cambio, si apenas mantuvo citas con el hoy presidente, cómo ha de interpretarse su olvido con tan poderoso personaje. Cuando el Interventor termina de dar la puntilla a la verosimilitud de sus deposiciones parlamentarias, es cuando justifica que “un consejero no se va a leer toda la documentación”. Con lo fácil que sería facilitar a la Comisión el nombre del bombero advertido o del parque regional de extinción de incendios. Recuerden el lema: cuando un bosque de dinero se quema, algo suyo se incinera. Las cenizas son las de la decencia perdida.

 

El extractor estaría en llamas. En cualquier caso, el interventor andaba un poco afónico, acaso afectado de pirofobia y horrorizado por el carbónico desprendido. Los mismos bomberos alegaron sordera crónica y selectiva, corte del suministro de agua, que se enteraron por la prensa y que ojito con hablar más de la cuenta. Así andamos. En tanto la mayoría está ahorcada por la soga de los recortes de la Junta, unos cuantos canallas veranean en Ipanema a costa de los contribuyentes.

 

Este interventor es que me tiene “flipao”. Se cubre las espaldas pero en vez de tirar de la manta, destapa a los desnutridos. Una joya.

 

Un saludo.

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