EL FUTURO DE LA TELE DE ZP
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El presidente Zapatero, de infausto recuerdo, creyó ver en Roures el Polanco felipista. Si González se apoyó en el imperio de Prisa, Rodríguez lo hizo en la sectaria Sexta TV y en el doctrinario diario Público. La simbiosis político-mediática alcanzó su auge en ambas expresiones de esta forma repugnante de gobernar y de hacer negocios. Roures era un independentista catalán de boquilla cancerosa que fumaba tabaco español cañí. Con el Psoe de ZP alcanzó la cumbre de un poder con los días contados. Las elecciones ganadas por el PP marcaron el fin de la subvención. Público desapareció devorado por el animal interno de su nacimiento artificial y la falsaria Secta se desliza por la misma pendiente de la perdición en las fauces del implacable mercado.
La fusión con Antena 3 remarcaba los intereses nacionalistas dispersos, pero convergentes, ejem, de Lara y Roures. Claro que al hijo del fundador de Planeta no se la da cualquiera que no avale el beneficio de la empresa. Cataluña no vale un revés económico. Lara podía salvar a La Sexta si los euros llegasen de la mano mirífica de algún organismo estatal. La publicidad no da ni para pipas. Claro que la Generalitat no tiene ni para sostener sus hospitales, cuanto más para asegurar las nóminas de los empleados de sus embajadas. La Moncloa se retira a sus cuarteles de silencio y deja el títere en manos de la Comisión Nacional de la Competencia. Y la CNC ha dicho que nones, que para fusión basta la de la Cinco con la Cuatro.
Lo más triste del caso sería que, una vez más, Rajoy cediera a su complejo mediático y, como el peor Aznar, cayera en la trampa de Cebrián. Ofrecerle oxígeno al mayor enemigo audiovisual del Pp sería un error superlativo. No se trata de destrozar al medio. Simplemente se procura que el empresario Roures y su cohorte de la “zeja” libren en solitario las batallas de su ideología burguesa encubierta de rojerío de crespón. Presumir de empresario con salario del Estado es como fardar de torero ante una gallina vieja. Así, cualquiera.
En 2011, siendo presidente Zapatero y Roures su nuncio propagandístico, en Público se podía leer: “Llevan 2.000 años viviendo de gorra a costa de una vida virtual (DRAE. Virtual: que tiene existencia aparente y no real), con un único dios tan irreal que son tres, una virgen tan falsa que es madre, un Cielo indetectable por los más sofisticados aparatos de observación, con ángeles y demonios que solo se aparecen a pastorcillos ignorantes manipulados por su párroco, enfermos mentales y monjitas encerradas en monasterios reales, y no virtuales… llevan tanto tiempo navegando con ese ordenador que ellos llaman Biblia que cuando les sale un serio competidor, como Internet, Google o Twitter, por ejemplo, creen que ha llegado el Anticristo”. Se podía leer. Y vomitar. La derecha y la iglesia caminaron secularmente, según la tesis del extinto periódico, despreciando a la clase obrera. Habrá que pedir perdón antes de soltar un exabrupto.
En La Sexta, se cultiva el paredón informativo. Se alinea al Gobierno. Se le mima para terciarlo. Una vez a su alcance, patadón a sus partes blandas. Al gobierno del PP, por supuesto. Que éste no les paga. A no ser, digo, que el síndrome de Aznar afecte las meninges de Rajoy. Entonces, del recorte a los empleados públicos, se presupuestaría una partida para el corte catalán de los trajes de Roures y de los suyos.
Un saludo.
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