LA HABITACIÓN DEL SILENCIO

 

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 La noticia es la construcción de una habitación sin sonidos. Una cámara de silencio. De ahí a la locura, apenas una hora. Los suplicios de ayer se hacen tecnología hoy. La tortura se machaca en el potro de la investigación sobre límites humanos. O hablas, o al cubo anecoico.

 

Los experimentos contra la humanidad se financian con donaciones para el desarrollo de la sociedad. Es así y no tiene más carne. Introduzcan a un terrorista, a un asesino, a un ladrón, a un criminal de guerra o a un simple adversario en una sala cerrada y prívesele del sueño. Al cabo del tiempo, el límite del prisionero permitirá al captor conocer la dimensión de su resistencia al dolor. La sofisticación de las técnicas describen toda una gama de sensaciones: desde la atribulación al martirio pasando por el desconsuelo, la desesperación y el tormento. El progreso social se consigue merced al descubrimiento de métodos de derrumbamiento de las capacidades fisiológicas y psíquicas. No falla. Desde que el hombre es hombre, la maldad ha evolucionado en progresión geométrica.

 

El sueño de los dictadores se concibe en blandas camas de países democráticos. El genio que guía al tirano prologa su manual de aflicciones y angustias con mensajes moralizantes. Al final, se erradica la mala costumbre de la ley a base de imprimir malas acciones con el tampón sangriento de las religiones, de las razones de estado o de los fundamentalismos más brutales. Se pone a Dios por testigo de la buena intención del verdugo.

 

No hace falta ser nazi para reclamar la cúspide del mal. Es cuestión de leyes. Los legisladores habrán de reconducir las investigaciones de los científicos. En caso contrario, los laboratorios secretos multiplicarán sus beneficios en cuanto prescindan de cobayas animales y los sustituyan por conejillos humanos. Ya se probó que la penicilina no servía como vacuna para curar la infección alevosa de enfermedades venéreas en decenas de hombres. La técnica psicológica de la ingeniería en reverso ha causado estragos entre cautivos entrenados para soportar el sufrimiento provocado por los torturadores. Y así.

 

El silencio sepulcral antecede la vileza de la cámara asónica. La dignidad humana precede a la muerte. Después de ella, la imagen de justicia, de respeto y de libertad es una figura literaria. Ni siquiera eso.

 

Un saludo.