LA GRACIA DE GRECIA
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Las elecciones del pasado domingo diecisiete de junio se orientan hacia un gobierno de coalición entre la derecha de Nueva Democracia y la izquierda del Pasok. Miren, a un servidor estos gobiernos de cohabitación les merece el respeto de un castillo de naipes. Compartir casa, baño, mesa y mantel es una praxis complicada entre parejas bien avenidas. Piensen en la problemática que se suscita cuando un mismo techo cobija, por razones de fuerza mayor, a animales políticos, dicho en la terminología aristotélica, del calado de Samaras y de Venizelos.
La gracia no es el jolgorio. Hace tiempo que Grecia se echó en brazos de la corrupción y en los últimos años no hay quien recoja los platos rotos del festival de despilfarro. No hay un euro, y esperemos que la amenaza del dracma no se haga realidad, para contratar a personal de limpieza. Si no se recogen los restos del naufragio de la vajilla institucional, cómo se va a disponer de acreedores que confíen. Imposible. Oiga, arreglen el estropicio y después soliciten un nuevo crédito para adquirir nuevas escudillas, aunque sean de latón. Los bien pensados defienden la constitución de un gobierno de unidad nacional entre los dos partidos helenos, olvidando que la realidad de aquel país pasa por el salvoconducto de la izquierda radical representada por Syriza.
La polis de polis poco tiene que ver con la Atenas de Pericles. Es verdad que las ruinas del Partenón mantienen la hermosura de veinticinco siglos antes. Sin embargo, no se puede vivir del pasado, salvo como referencia cultural y económica. Los nuevos tiempos carecen del brío, de la elegancia y del nirvana de otrora. Por el contrario, la genialidad ha dado paso a la chuscada y la bendición ha cedido su plaza al chiste. Los dirigentes de la Unión Europea conocen bien a los dos urdidores de la coalición. Si se fían de ellos, habrá que propinar un duro correctivo a los de Bruselas.
Para gobernar un país en las condiciones actuales de Grecia, es preciso mucho más que una mayoría suficiente de gobierno. Es imprescindible un derroche de buena voluntad y, sobre todo, la demostración palpable de grandes dosis de patriotismo. Sólo así se podrá atisbar una realidad de comunidad. Y de comunidad en precario. La austeridad disgusta a los enemigos del rigor. Syriza tiene la oportunidad única de subvertir el orden europeo. Si se opone, lo que es seguro, a ese gobierno de coalición, estará arbitrando los medios para retornar a una Europa desmembrada. Algunos añoran tiempos pasados. Otros contemplan el mal de muchos como consuelo de tontos. Ciertos señores aprovechan el río revuelto para apropiarse los peces ajenos. Los totalitarismos de derechas y de izquierdas abonan estas tierras para cosechar frutos envenenados.
Estas mercaderías políticas tienen fecha de caducidad. No caben préstamos a malos pagadores. Prolongar los regates produce hartazgo. Los amagos generan más incertidumbres. O se realizan obras de limpieza, o la gracia de Grecia se escurrirá por los sumideros de la eurozona e inundará los palacios y conventos de los países de barbas parecidas.
Un saludo.
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