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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA COARTADA

 

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Días atrás dedicaba unos párrafos al ilustre alcalde de Marinaleda. Escritos están y así quedan. Hoy vuelve de nuevo a la palestra el político popular, o populista para no confundir. Un empresario hostelero ha denunciado al señor Sánchez Gordillo. Según parece, el lustroso señor comandaba un piquete informativo/deformativo. Informa acerca de las deformaciones corporales y económicas que acaecen cuando alguien desobedece la consigna de huelga. En  la dureza del trabajo anunciador, algunos de los integrantes del grupito apaleador de derechos y libertades se llevaron, por las buenas o por las malas, pero sin pagar, alimentos valorados en más de ochenta mil pesetas. Lo que da de sí la miseria de los huelguistas. Después de treinta años de gobierno psoecialista en Andalucía, resulta que el hambre de los jornaleros es tal, que tienen que robar para comer. Qué cosas.

 

Lo mismo el hostelero se retracta y, al cabo de unas negociaciones, ni el piquete fue tal sino un grupo de amigos de parranda, ni los alimentos fueron sustraídos sino transportados para evitar pesos innecesarios al dueño que anda mal de la espalda, ni hubo huelga general el 29 de marzo. Antes de entrar en el juzgado, todo puede pasar. La memoria es tan frágil como rocoso el miedo.

 

En cualquier caso, el tema a debatir no es la denuncia. El problema viene dado por los hechos. Si son ciertos, Gordillo es un sinvergüenza. Si falsos, una víctima de un delito. Si ciertos, que tenga la gallardía de reconocerlos. Si falsos, la apostura de denunciar al empresario calumniador. Gordillo tiene la palabra. Si lo acusan de manera ilícita, que obre en consecuencia. En cambio, si es verdad lo que se le imputa, que tenga bemoles para asumir sus actos. De ideólogos de despacho y de líderes palestinoides de salón, estamos hasta los ojos. Pero ya saben, el leninismo convicto y confeso de algunos soviéticos españoles se manifiesta, sobre todo, en negar, negar y seguir negando.

 

En este camino, Diego Valderas rompe lanzas por Gordillo. Antes de demostrar que su correligionario de chupitos es inocente porque ni estuvo en el lugar de los hechos ni participó en los mismos, arremete contra la credibilidad del empresario. A continuación, recita la ristra de virtudes de su amigote del alma. Que si luchador impenitente, que si líder d derechos humanos, que si apóstol de la causa de los pobres. La misma declaración que referirá en su momento el prenda que tenga que dar la cara por él mismo. Un calco. Les falta originalidad y les sobra desvergüenza política.

 

En cuanto a emolumentos, los izquierdistas unidos que jamás serán vencidos se zampan entre 50.000 y 70.000 euros al año. Unos diez millones de pesetas. Lo mismo que un parado o que un peón albañil. Valderas, por ejemplo, se mete entre pitos salariales y flautas de dietas alrededor de quince millones de rubias. El salario mensual de este señor cuando trabajaba de no sé qué, si alguna vez desarrolló empleo fuera de la política, no alcanzaría ni la quinta parte del parné que se embolsa en la actualidad. Por su parte, el ché Gordillo anda por los 60.000 euracos, una cantidad impensable para un maestro de escuela.

 

La coartada de uno y de otro es la ideología. Fuera de la excusa mentirosa, están retratados. Ni son  trabajadores  públicos ni rentables ni austeros. Una joya.

 

Un saludo.

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