CINCO HORAS CON MARIO
Cuando Delibes escribió su exitosa obra, se quedó atrás en la elección del nombre del protagonista silente. Oscar Wilde sí tuvo más acierto al titular a su comedia teatral “la importancia de llamarse Ernesto. Pero Mario, Miguel, Mario...
Si el excelente escritor castellano hubiese conocido a Mario Jiménez, hubiera cambiado de idea. Con Los Santos Inocentes ya describió el desprecio de clases. Lo de Mario Jiménez no da para cinco minutos. Este hombre es todo un ejemplo de resistencia numantina a la verdad. Diga lo que diga, la mentira preside todos sus gestos y el engaño se adueña de sus relaciones político-sociales.
El hombre busca desesperadamente la foto. A su través, el enfrentamiento. Bronca y crispación forman parte de su modus vivendi. Ya no basta a los psoecialistas pedir la dimisión de Rajoy antes de ser presidente. Los conspiranoicos del Psoe urden una nueva trama de desestabilización del Pp. Griñán se queja de que Rajoy no lo recibe en La Moncloa cuando Zp ocupa todavía el palacio presidencial. Mario Cinco Minutos ha vuelto a hacer el ridículo. Ante notario, para que dé fe de la estupidez de algunos políticos, ha registrado un informe. En el mismo, Trescientos Segundos Jiménez deja constancia del estado de las infraestructuras de la provincia de Huelva. Hasta dónde puede llegar el parlamentiroso andaluz.
Considero que Mario Jiménez alude a la constancia como testimonio. Sin embargo, lo de constancia se inclina más por su vertiente de tenacidad en el enredo y en la insidia. Así, certificar que las obras del AVE ya han comenzado es una verdad de cuatro horas. El tiempo que se tarda en llegar a Madrid en el Alvia. Porque la obrita del tren de alta velocidad es una ofensa a la generosidad del pueblo choquero. En el mismo sentido, los puentes a Punta se han vuelto tan umbríos como la mala sombra del personaje. En cuanto al desdoble de la Nacional a Badajoz, se ha quedado en el badajo de la campana de Pavlov. Ni la primera piedra se ha puesto a la variante Beas a Trigueros. Hasta la náusea.
Y así, hasta el dolor. Mario Cinco Minutos es un amoral que desconoce el valor de la ecuanimidad. Partidista y partidario, ejerce de hooligan de la formación que le permite bienvivir en una sociedad de parados que se angustian por el hoy y desesperan por el mañana. Talibán de una izquierda antisocial, es cooperador de un Gobierno que ha marginado y paralizado a nuestra provincia. Trescientos Segundos Jiménez es la muestra más certera del señoritismo andaluz cuyos latifundios mediáticos superan las megafincas territoriales de la Casa de Alba.
Ante notario, el zafio representante de no sé quiénes certifica la inoperancia de un grupo armado hasta los dientes. Armado con los cuchillos afilados del nepotismo, con las pistolas parabellum del enchufismo institucional y con las bombas incendiarias del desempleo. De este modo, mientras millones de familias agonizan socialmente, los beneficiarios del poder se hacen de oro a costa de los más débiles.
Cinco horas con Mario Jiménez, Miguel, Delibes, es demasiado tiempo. Si al menos se llamara Pedro. Pero no, Mario. Tenía que ser Mario y, además, Jiménez. Blanco y en botella. Insoportable. Inveraz. Inveterado. Insultante. Incapaz. Indecente.
Un saludo.
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