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Francisco Velasco. Abogado e historiador

A POSTA: BOTO Y BOTOX

 

 Entre diversas acepciones de posta, elijo una. En los juegos de envite, porción de dinero que se envida y pone sobre la mesa. Dinero, juego y envite. Dinero ajeno, juego ilegítimo, ofrecimiento amañado. A costa del país. A posta.

 

HuelvaYa recogía en sus páginas una información que firmaba José Carlos Aguado -periodista grande- en El Mundo Andalucía. Por lo visto el angelito que fuera alcalde de la muy psoecialista Valverde del Camino, se gastó, en pocos meses, antes de que los electores le pusieran de patitas en la calle, algo así como dos millones de pesetas con la visa platinum del Ayuntamiento. Con la Visa del Ayuntamiento. La suya particular, si la tenía, que para qué, ni la aireaba no fuera que se contagiase de la pública. El hombre tiraba de la platinum con la rapidez y el tino de Billy el niño. Muchacho, qué habilidad y qué falta de escrúpulos. Endeudado el consistorio valverdeño hasta las orejas, el edil del botox -de botos y de muebles, el señor Domínguez sabe bien poco- se inflaba los labios a golpe de marisco, de curado jabugo, de espumosos y de alguna que otra bebida cara de malta. A posta.

 

Ahí tienen al genio de la lámpara y factótum del Instituto Municipal de la Vivienda más ruinoso que pensarse pueda. Que el pueblo le retira su aval democrático, la Psoesecta lo eleva al altar de los servidores desahuciados. Roma no paga a traidores pero compensa opíparamente a los reptiles. Y ahí lo tienen. Barrero premia al derrochón con la Delegación Provincial de Obras Públicas y Vivienda. Otra visa del mismo metal y no se rellena ni un bache en cualquier carretera comarcal. Y Barrero lo nombra a posta. Remarca José Carlos Aguado la cenita del honorable Domínguez en Savini. El restaurante milanés se ubica en el arrabal como quien dice. Ni más ni menos que en pleno corazón de la ciudad, entre la catedral gótica y el teatro de La Scala, en plena Galería Victor Manuel II. Anda que se come mal en la tabernita de varios tenedores y que el servicio es de los de tocar las palmas. En todo caso, si se pusieron ciegos en ese templo de la carne, no fue por llenarse las panzas. No. Fue a posta. Que con el dinero de los valverdeños, se come uno un buey a base de pan. Ya del bolsillo propio, la manduca está más restringida. A posta.

 

Qué quieren que les diga del "probe" Migué. Yo me inclino por la tesis del hambre. Porque vamos a ver. Si Viera, que fue Consejero de (des)Empleo de la Juntasuna, está implicado hasta los ojos en el fondo de reptiles de los expedientes de regulación de empleo, y no se ha gastado las millonadas del conmilitón en esos banquetes, será porque o bien no se han descubierto las facturas o bien porque el hombre, pese a su carita sonrosada por los buenos yantares o folgares, entretenía sus penas de dinero en menesteres de otra índole. Por ejemplo, evitar la obesidad entre los cientos de miles de parados andaluces. Es que Viera tiene un gran respeto por la sanidad autonómica. Con decirles que el señorito se jacta de su patrimonio personal. Lo van a comparar con el exregidor valverdeño, que bastante tiene con masticar a dos carrillos. Y todo, reitero, a posta.

 

Herodoto elogió con enusiasmo el sistema de postas implantado por el persa Ciro. Pero la historia no pasa por envíos de correo por uno u otros medios. La historia no para en este asunto. Más bien se detiene. El peso de la poca vergüenza llega a asfixiar. No por que falte aire limpio a los pulmones. Sencillamente porque la avaricia rompe el saco. Los ofidios se tragan enteras y vivas a sus presas. Los reptiles humanos, también. Ocurre, a veces, con alguna gente corriente y moliente que han hecho del partido, una partida. Partida: conjunto poco numeroso de gente armada, con organización militar u otra semejante. Coloquialmente, en Cuba, partida es persona hambrienta. Lo que les digo: el hambre de Miguelete Domínguez y de Josantoñito Viera.

 

A posta. Lo hacen a posta.

 

Un saludo.

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