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Francisco Velasco. Abogado e historiador

JUVENTUDES PSOECIALISTAS

 

 Alfonso Guerra, por Sevilla. Manuel Chaves, por Cádiz. Javier Barrero, por Huelva. Griñán. La nueva ola del psoecialismo encabeza las candidaturas en las principales provincias andaluzas. Una nueva hornada que cierra el paso al hermano de Juan, al papá de los niños subvencionados, al amigo mentor del distinguido profesional Mario Jiménez y al padrastro de los EREs y de Mercasevilla. El Psoe corrige en su partido el desconsolador desempleo juvenil de la comunidad más pobre de España. Postula para el Congreso de los Diputados a miembros de la Gerusía que se han hecho casi ancianos a la candela de los leones de San Jerónimo. Al frente de los nada seniles magistrados, el renuevo más espectacular: Rufiáncaba. En fin, que viva el poder y la democracia real asamblearia.

 

Jóvenes y nada implicados en la corrupción que asuela al Psoe. Qué tiene que ver Alfonso con el uso de un despacho oficial por Juan Guerra. A ver, que me lo expliquen. Nada se puede reprochar a Manuel porque el presidente de la Junta tuviera un detalle, un insignificante óbolo, con una empresa a la que apoderaba, por méritos propios, que se enteren, su Paula Chaves del alma. No piensen que JB insidió para que el palacete del Hotel París se alquilase por la ridícula suma de tres mil euros diarios, por más que ochenta mil parados sufrieran los efectos devastadores del paro en Huelva. José Antonio -él prefiere que le llamen Pepe por aquello de Primo de Rivera- compendia la lealtad y la transparencia de la Administración andaluza -de la oficial y de la para lelos- hacia la justicia, a la que facilita cuantos expedientes reclaman los jueces. Con respecto a Alfreddo, qué, qué de qué por ser aficionado a la cinegética y, en particular a la de “ahogaetarras” y “liberafaisanes”.

 

Juventud y pureza en los personajes citados. Grandes próceres de una España endeudada y desprestigiada por el señor de los vientos. El futuro del país en manos de estos señores es toda una garantía del porvenir aciago que las urnas pueden ofrecernos a poco que el electorado caiga de nuevo en la trampa saducea de estos benditos de mentiroso verbo. Otro José Antonio, apellidado Viera -tampoco tuvo nada que ver con el fondo de reptiles- y próximo a cumplir los setenta, un adolescente casi impúber, se encarga de los mítines en pos del rescate de los clásicos. Lástima del fallecimiento de Largo Caballero o de Indalecio Prieto y del fundador Iglesias. En ese caso, pondrían en valor hasta los dólmenes de El Pozuelo. Qué pena. Hubiera sido esencial contar con ellos a la hora de volver a conectar con los ciudadanos. ¿Por qué éstos han vuelto la espalda al partido de los descamisados? Los malos son los de Rajoy. Ha sido Aznar el que ha propiciado la ruina de la nación y no Zapatero, sencillo urdidor de burros volando.

 

Todos ellos han alzado la voz, desde sus cochazos oficiales y sus chóferes de confianza, para reclamar una democracia más participativa e igualitaria. Con una condición sine qua non: que ellos, los de siempre, sean las partes protagonistas y mangoneantes y que los demás luchen para ser iguales entre sí pero no con los líderes, que esa igualdad es imposible. Están dispuestos, contritos estos muchachos sin tierras ni patrimonio, a reconocer el par de errores que han podido cometer. Ahora, eso de devolver lo que se ha extraviado sin darse cuenta, eso no, que una cosa es meter la pata y otra introducir las dos manos en la caja.

 

Mientras la chavalería candidata goza del botellón de cinco estrellas y planifica la enésima modernización de la Andalucía que agoniza, los astilleros cierran, los autónomos se mueren de asco, los funcionarios y pensionistas hacen juegos malabares con sus magros ingresos, los desempleados pasan la semana a la intemperie y los sindicatos saborean los euros recibidos por la defensa de sus privilegios que, desde luego, son, únicamente, para ellos. Paso a la juventud política y sindical. El nuevo mundo alborea. Impíos.

 

Un saludo.

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