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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LEGITIMADOS

 

 Felipe González esgrimía con mucha facilidad el brocardo “qué más da la especie si de lo que se trata es de llegar al objetivo”. De ahí el GAL, claro. Entre otras cosas del mismo zapatito. El qué ha de acompañar siempre al cómo. Y viceversa. Al fondo de los asuntos se llega a través de un procedimiento garante. El Santo Oficio arrancaba confesiones a cambio de estiramiento de huesos. La ley divina apoyaba en las justas medievales al vencedor del espadazo. Se trataba de justificar la existencia de Dios por medio de la victoria de los más diestros campeones. Si lo que importa es que los etarras canten, tortúreseles, pareció ordenar el sevillano de los bonsais. Y no. No señor.

 

Legitimado no quiere decir facultado. El presidente Zapatero está legitimado para presidir el Gobierno de España pero resulta obvio que las facultades propias no le acompañan en tal alta misión. Que tiene derecho, sí. Qué está dotado intelectual y profesionalmente para ello, no. Zapatero es de los que creen, en su incapacidad mental manifiesta, que la mejor manera de combatir el calor es destripar los termómetros que informa sobre la elevación de las temperaturas. No hay termómetro, no se padece el sofoco de los centígrados. Así es la cara del hombre y de esta guisa la cruz de los españoles. Zapatero podría estar legitimado para ser dueño de un inenso rascacielos si bien nadie daría un duro por encargarle el diseño y construcción del mismo. Por razón sencilla: no sabe hacer la o con un canuto.

 

En el caso MATSA de ese genio del matusalenismo político que es Chaves, no estaba legitimado ni facultado para conceder una subvención de diez millones de eurazos a la empresa que apoderaba su hija Paula. Y miren si la otorgó o no. Que dicen los tribunales que no delinquió, pues bien. También dice la Sala que se le debió incoar un expediente administrativo. Pues mal. Para eso está el Supremo. Para no entrar en el fondo del asunto y para sí desestimar el recurso del PP argumentando la falta de legitimación activa de Antonio Sanz. Es el proceso, releche, es el proceso. Cuantas más garantías, mejor. Cuantos menos chinitos a los ejes de la rueda de la verdad, la excelencia.

 

La sentencia de la más alta magistratura del país hará sentir a Chaves como el que rompe el termómetro. ¿Ven? Como Sanz no está legitimado, yo soy inocente. ¿Se dan cuenta? Como es de noche, no hay sol, sólo estrellas. La verdad resplandece, agrega el falaz exvirrey andaluz, capaz de confundir la luna con un planeta y Venus con una estrella. Lo suyo es dar a propios lo que pertenece a ajenos. Es así de libérrimo y de desprendido el señorito. Que el Supremo no exime a Chaves de la acusación. Se limita a rechazarla porque el acusador carece de legitimación ad hoc. La jauría de voceros psoecialistas saldrán ahora a cantar las mañanitas del rey David. Sin embargo, más valdría que entonaran el requiem por la muerte de la razón.

 

Claro, que a la gente del GAL, de Filesa, de los huérfanos de la Guardia Civil, de Roldán, de Sánchez y de tantos otros amigos de la corruptela, les importa una higa la verdad de la razón y la razón de la verdad. Ellos quieren el tesoro. Su tesoro. El día que lo pierdan, caerán chuzos de punta. Afilados. Mortales. No están legitimados, pero a ellos qué. Diabólica hermandad de mangantes, chorizos y canallas. Las urnas no les legitiman para matar. Ellos opinan lo contrario. País.

 

Un saludo.

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