INDEFENSIÓN DE LA JUNTA: EL IMPERIO DEL MAL
Es por días. Se superan a sí mismos. Quienes han hecho del Gobierno de Andalucía un almacén de receptación, se quejan porque no llegan bastantes productos robados. Elevan quejas a la superioridad judicial para que la judicatura local no se inmiscuya en sus negocios turbios. Que de esa manera se acrecienta el paro y pierden clientela electoral. Actúan como la mafia calabresa y se mueven como Capones en los callejones neoyorquinos. Una pasada. Con estos gobernantes, para qué condenamos a las bandas organizadas de países del este que vienen a España a firmar delitos de autor.
La Juez Alaya, atalaya de pocos y conciencia de muchos, los tiene hasta los cataplines. La mujer posee la entereza de las heroínas y la fuerza de los líderes. Ella solita arrincona contra las cuerdas del ring jurisdiccional a una tropa de maleantes que se han llevado a manos llenas los millones de la consejería de Empleo. Ella sola contra una aguerrida jauría de golfos que niegan -no puede ser de otra forma- estar con el carrito de los helados. Pues ahora, con la cooperación de los abogados del grupo de gobierno, acusan a la señora juez de causarles indefensión. Toma ya. Una mujer sola contra un ejército pertrechado y poderoso. Los pobres se sienten indefensos.
Ahora llaman así a los canallas. El Fiscal y el letrado de la Junta exigen la rendición de la magistrada y que el papeleo de las actas sea entregado al Tribunal Supremo. Ganan tiempo y evitan que los ciudadanos conozcamos la verdadera dimensión del latrocinio institucional. El mundo al revés. La Junta no vela por la justicia. Le pone una manta tupida sobre su cabeza, le arrebata la balanza y le clava la espada por el trasero.
La desesperación de Griñán es para hacérsela ver. Está desquiciado. Entre Chaves y Rubalcaba lo están apuntillando. Que se quedan sin el granero. A eso se reduce todo. Que les quitan el tesoro del rey pueblo y el pueblo rey lo entrega al enemigo mortal. No hay más ciencia. Con qué darán de comer a la soldadesca mercenaria. Qué trampas diseñarán si les retiran los recursos públicos. Si no manejan las cuentas, qué puñetas van a sobornar. Cómo se defenderán de la avalancha de denuncias que se avizoran. A tal extremo de miedo repugnante se acerca el sucesor de Chaves en la presidencia de la ignominia antigubernamental, que ahora nos espeta a todos que de denunciar a Alemania por los daños ocasionados con el tema de los pepinos, nada. Nada de nada. Que los alemanes nos pueden dar por donde les plazca, que para eso tienen derecho de pernada.
Un prenda. La infeliz camarilla juntera, millonaria por obra y gracia del saqueo de las arcas públicas, acusa de germanófobos a los que ataquen a Merkel y a sus compatriotas. Es curioso. Zapatero ofendía a quienes les reprochábamos su ineptitud y su incapacidad tildándonos de antipatriotas. El señor Griñán defiende a Alemania como pudiera hacerlo en plena guerra mundial, si él hubiera sido Franco. Cuestión de intereses. Por esa razón, agricultores, regalen la cosecha al país teutón. Confórmense con las pérdidas y, en adelante, susténtense con las hortalizas excedentes. Para que Griñán pelotee con arte a los del sacro imperio.
El destino de los truhanes es tozudo. Cuando se ven trincados, se abalanzan sobre los más débiles y se postran ante el pistolero invencible. Y si no es así, se consideran indefensos. La juez les acosa. Los agricultores les asfixian. Alemania no indemniza. Los únicos que pagamos el pato somos los ciudadanos. Y mientras, los del 15-M de camping en Sol y de peregrinaje pagado. En la luna. Allí los han mandado los indefensos políticos del Psoe. Especialmente a la luna de Valencia. Y de Esperanza. Y de Pedro Rodríguez. Indefensos. La Junta de Griñán y Chaves, indefensa. Y un jamón con chorreras.
Un saludo.
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