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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FUNCIONARICIDIO

A dos días de las elecciones municipales en Andalucía, la Junta, su Junta, erre que erre. En la historia de la contumacia, estos barandas del Psoe destacan por su obcecación. No es, sin embargo, el empeño por hacer el bien. Tampoco el anhelo de pretender el bienestar general. Lo de Griñán y Chaves, con sus escuderos Mar Moreno y Carmen Aguayo, es de juzgado de guardia. Sólo tienen en mente el hacerlo como sea y cuanto antes. Los funcionarios de la Administración andaluza han recibido el desprecio más hiriente que imaginarse pueda.

 

La derrota de los sindicatos subvencionados, Comisiones y UGT, en las recientes elecciones sindicales no les lleva a meditar acerca de su posición en este robo a mano de BOJA. Se han alineado con las tesis del Psoe y el provecho presente y futuro constituye la clave de su descalificada actuación. El mando caudillista de Pastrana y Carbonero impone el ritmo y dicta la canción. Están quedando peor que España en Eurovisión. Les da igual. Para percibir el fracaso, debe importar el estropicio. Pasan de cualquier descalabro moral. Los varapalos judiciales se eternizan con estos maestros de la retroacción. El ser reaccionario les identifica cual marchamo de chorizo barato. Por encima del lacre desfavorable estampan el sello de la progresía más falseada.

 

Los funcionarios, como fedatarios públicos, están en vías de extinción. La objetividad de los empleados públicos atenta, una y otra vez, contra el capricho desvergonzado de los que han convertido la Administración Pública en la cueva de Luis Candela. Este pasado sábado, miles de funcionarios han manifestado de forma sonora su descontento por el velatorio del Sector Público. Han sabido sobreponerse al calor preestival y han querido mostrar su rechazo a una injusticia consumada, a un atraco con leyes. A estos hombres y mujeres que dependen de su magro salario mensual para sostener a su familia, la dirigencia psoecialista los carga y presiona. Sin compasión. Van a por ellos. Y a ellos, solicita, en tiempo electoral, su voto. En el colmo de la burraquería y en el límite de la decencia.

 

Se dice que, en ciernes, se avista un nuevo recorte a la paga extraordinaria. Callan ominosamente los perpetradores del tijeretazo hasta que el 22 de mayo las urnas dicten un primer diagnóstico. Los resultados marcarán el devenir. Si tienen visos de continuar, las limaduras serán menores. De tenerlo todo perdido y el PP se apodere de las instituciones que los de Griñán han venido mangoneando durante décadas, entonces cambiarán la estrategia. Si pueden dejarán la caja fuerte sin un billete y los archivos, huérfanos de documentos comprometedores. En tanto, ya habrán colado dentro el caballo de Troya de las agencias de enchufados y de nepotes.

 

La Plataforma de Empleados Públicos de Andalucía, la famosa PEPA, niega que la suya sea una protesta política. Me parece bien. Mejor criterio me ofrecen aquellos que señalan que es una protesta ante políticos. Desaprobación transmitida a unos dirigentes sordos y ciegos de tanto comer y beber a costa del erario. Edición patente de una resistencia cívica a unos tiranos de largo cuello y poblado bolsillo.

 

Matar al funcionariado. Es la consigna. De este modo, desactivan la fe pública. En adelante, los comisarios políticos controlarán la oficina siniestra. Como interventores, militantes. Como secretarios, amigotes. Como fedatarios, parientes. Como tesoreros, ellos mismos. Las manos en el botín es exclusiva de los mangones. Únicamente de ellos. Y de ellas.

 

Un saludo.

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