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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE PROFESIÓN, SECRETARIO GENERAL

 

 Apunten el oficio: secretario general del Psoe de Huelva. Que sí, que sí. Que así reza en el propio blog del personaje. Salvo que algún intruso esté adulterando la información, la referida es la profesión pasada, presente y, seguramente, futura, del gran Mario Jiménez. El máximo debelador del fascismo, el sucesor de Alfonso Guerra a título de insultador, el prócer universitario que hizo de los estudios mofa y de los opositores, befa, se llama Mario Jiménez.

 

Jamás, que se sepa, trabajó para empresa privada distinta de su sectaria formación política. Nunca integró plantilla alguna de candidatos para ingresar en la Función Pública. En su vida ha dado más palo al agua que el ser chico para todo en la organización que hoy radica en un chalet del Conquero. Ha alcanzado la fama, el dinero, el poder y la influencia a edades tan adolescentes que otros jóvenes de su edad no pudieron soñar. El cargo va al personajito como el politiquillo de orejas kilométricas conduce al sillón. Lo de Secretario le viene como anillo al dedo. Primero, de las Juventudes Socialistas. Después, de concejal del Ayuntamiento de Moguer. Más tarde, delfín de Javier Barrero. En recompensa a sus desvelos, vivepresidente de Cajasol. Por si fuera poco, asesor del Gabinete de Relaciones Institucionales de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Añadan a su rutilante curriculum el honor de ser nombrado Subdirector General del Instituto Andaluz de la Juventud de la Consejería de la Presidencia así como el de Secretario de Solidaridad y Cooperación de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A.

 

Hombre extraordinario el susodicho. Qué arte el suyo. La carrera que lleva. Sin estudiar más libros que los de contabilidad de los EREs. Sin más méritos que el de la servidumbre plena y la ciega obediencia al líder. Pone a los funcionarios como chupa de domine y los ancla en el fango de la derecha más extremada. Él, que ha vivido del cuento de la democracia más irreal, se permite prometer la continuidad de Astilleros para, unos momentos más tarde, asegurar que ha hecho lo imposible para frenar el avance del Partido Popular al que culpa, cómo si no, del cierre de la emblemática empresa naval.

 

Mario, ese hombre. Parafraseo el título de la película que dirigiera Sáenz de Heredia sobre el dictador. De tirano a reyezuelo y tiro porque me toca. Mario es la Bibiana y la Leire de Huelva. Moguereño sin poesía. Onubense con retranca. Líder del choco frito. Campeón del vino blanco. Comensal de tenedor plural. Amigo de sus pelotas y pelota de sus padrinos. Pide el voto para los suyos. El voto es el futuro de su sustento y el sustento para el futuro. Sin votos no hay edén. Petronila trae malos augurios. Valderas le acerca lo que Pedro Jiménez se resiste a entregar. Huelva se abraza a Alcalde Pedro. La provincia. La tabla de la salvación es el voto de los pueblos.

 

Los indignados de la capital son escasos y ruidosos. En el Andévalo y en la Sierra, silencio. Democracia Real Ya enmudece allí donde la tierra es más hostil y el ciudadano pasa más fatigas. En esos territorios amigos, Mario halla la esperanza de la conservación. A más pobreza, más votos. A menos comunicaciones, menos enemigos. A mayor necesidad, peores virtudes.

 

El profesional Mario Jiménez nunca hizo de la virtud, necesidad ni de la necesidad, virtud. Salvo que virtuoso se considere al trepa y necesario se llame al cacique. Mario Jiménez tiene su corazoncito. Alguna vez influirá en el legislador para que, mediante decretazo, homologue el grado de secretario general del partido con el doctorado en ciencias fétidas de la política rastrera, con derecho a despacho, secretaria, dietas, coche oficial y otros accesorios indispensables para una función tan encomiable como la suya.

 

Mario no es fascista. Es el fascismo en su persona política reencarnado. Mario, de profesión secretario...general...del Psoe...de Huelva. Una prenda. Un prenda.


Un saludo

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