EPIDEMIOLOGÍA EN LA RÍA
El anuncio de la señora Montero, consejera de Salud de la Junta de Andalucía, sobre la realización de estudios epidemiológicos entre la población de la Ría de Huelva tiene visos de credibilidad. Con este Gobierno andaluz, te crees algo y patinas. El anuncio ahí está. Otra cosa será quiénes lo dirigirán. Y cuándo se llevará a cabo. Y cómo se efectuará. En cuanto a la publicación de los resultados, queda por ver.
El Polo Químico –químico, no se olvide- ha sido un quebradero de cabeza desde que el franquismo nos regaló ese maná envenenado hace más de cincuenta años. La polémica acerca de sus peligros potenciales no necesita mayor prolongación. El por qué de la elevada morbimortalidad de determinados tipos de cáncer es lo que se debe investigar con urgencia. La Junta ha dispuesto de treinta años de omnímodo poder para hacerlo y nunca lo hizo. Más vale tarde. Pero bien. Que se haga bien y a fondo. Que se recojan datos suficientes y fiables para establecer parámetros sobre la incidencia de una enfermedad determinada en la muerte de las personas y, de forma paralela, de instrumentar los medios posibles para evitar o limitar esos males. Qué tiene la industria química que provoque patologías causantes, a su vez, de la muerte en Huelva. Qué punto de repercusión arrojan los vertidos a la ría sobre sus aguas y entorno colateral. Hasta dónde son ciertos los dichos de la perniciosidad de la maléfica balsa de fosfoyesos. En qué medida las marismas están afectadas por el almacenamiento de residuos supuestamente tóxicos.
Yo no me fío. La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura de otro. Yo no apuesto por ese otro. Máxime si ese otro es la Junta de Andalucía psoecialista. No me fío. Carece de fianza, de aval, para adquirir y para vender. Si los estudios revelasen, sin lugar a dudas, la determinante acción negativa del Polo químico en la aparición de algunas enfermedades cancerosas, dónde se iban a meter todos los presidentes andaluces. Qué reacciones cabrá esperar de los onubenses que hemos tragado y respirado esa basura depositada en tierra, agua y aire.
La señora Montero puede vendernos puentes de salud imaginarios y trenes marcianos de alta velocidad. Sin embargo, con la salud no se juega. Con la enfermedad no se debe mentir. Con la vida no se engaña. Si se ha de hacer el estudio, cuanto antes. En caso contrario, rectifíquese. Miles de ciudadanos estamos expuestos a una contaminación que puede ser letal. Déjense de añagazas. Fuera artificios y señuelos.
La Guardia Civil ya informó al respecto a través del SEPRONA. “El uso de fosfoyesos en agricultura, de forma intensiva o continua, puede producir la acumulación de metales tóxicos como el uranio. De lo que no ha informado la Benemérita o, al menos, no me consta, es acerca de las miles de toneladas de ese residuo –que no subproducto- que ocupa hectáreas de la ciudad. Qué huele mal en el anuncio de la consejera de Salud. Cómo apesta.
Un saludo.
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