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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PRAT

 

 María José García. De la privada a la pública. De la pública a la privada. María José es la oca del juego. Cuando los dados designan su casilla, se pega un salto a la de más adelante y se vuelve a tirar porque toca. Mario Jiménez y los suyos la tienen como una saltibamqui. El problema de la señora Prat es suyo, muy suyo. No se puede ser tan profesional en un mundo de aficionadillos. De ganarse mil plácemes en la gestión de la refinería onubense, ha pasado a ser criticada con indecente acritud por quienes no resisten a mirarse en su espejo.

 

Ahora quiere largarse por donde vino. No se marcha Eduardo Muñoz, el que fuera alcalde nefasto de Nerva. Ni se destierra Barrero, el gran hacedor de componendas psoecialistas en Huelva. Nadie mostró la ostraka a Mario, el más fino carrilero que nunca pisara universidad alguna. Aquí se divierten todos con el dinero del contribuyente. Vengan fiestas, mítines, escaramuzas y vanas convocatorias. Vengan. Necesitan treinta años más de poder en Huelva para seguir chupando del bote presupuestario. Asesores -y asesoras, si no eres un carca- para colmar de regalos a los amigotes.

 

Y mientras el Parque Científico y Tecnológico de Aljaraque se ahoga en su propia sangre. O acaso muere por falta de humor circulatorio. Lo más seguro es que su muerte se venda como resultado de la ineficiencia de la señora Prat para generar empleo. Son capaces de eso y de más. Y capataces. Si Prat vuelve a la empresa privada, un valor seguro se añadirá a su cartera de recursos humanos. Mas si el aparato del partido llegara a convencerla para vestir los santos de Maimona, -ejem-, pondría en el debe de la onubense toda su autoridad moral. Los Santos de Maimona y los ángeles refineros de Palos no se llevan bien. Resulta duro imaginarse que algún directivo de la empresa que presidiera Pérez de Bricio se pasara al competidor petrolero.

 

Las huestes de Gallardo son numerosas. Su poder, indiscutible. Su influencia en la cúpula de los Felipe y de los Ibarra, enorme. Algo se mueve en el entorno del oleoducto. Oscuro como el viscoso elemento que lubrica bolsillos y voluntades. Si Prat retorna al macrocomplejo industrial de la ciudad paleña, habrá que agradecer a la economista su decisión personal. Toda actividad política que realizare en compaña de doña Petronila, don José Juan, doña Antonia y demás representantes del núcleo duro del partido, mancharía su trayectoria moral.

 

El Centro Tecnológico de Aljaraque recibirá todos los millones que Zapatero y Griñán quieran inyectarle. Diputación de Huelva puede vender la bondad de tanta inversión. Sin embargo, toda la propaganda adolece de lenidad empresarial. Es, hoy por hoy, un carísimo juguete que los del Psoe instalaron en el municipio de Pepe Martín, el alcalde del partido que antes fue Secretario General del sindicato afín.

 

María José García Prat debe defender su curriculum profesional. Impoluto. Hasta donde uno conozca, brillante. La política no es oficio de profesionales de la privada. El principio de Murphi toma asiento una vez más. Todo lo que haya de pasar, pasará. A la señora Prat no era difícil vaticinar que su concurso sería efímero. Ella tiene madera de eficacia. Qué van a decir sus correligionarios si ella despliega su competitividad profesional en el ámbito público como lo hiciera en la empresa privada.

 

Huelva ha ganado un buen motor con el abandono de la señora Prat. Sin embargo, la ciudad y la provincia se descargarían de un terrible lastre si el retiro de la política devorase a la multaturba de ineficientes, de gorrones, de ineptos y de badulaques que viven a expensas del pueblo. Qué peso, señor.

 

Un saludo.

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