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Francisco Velasco. Abogado e historiador

JUVENTUD DESEMPLEADA

 

 Alberto tiene 22 años. Terminó el Bachillerato no sin ciertos problemas. Chico de gran fortaleza interior, su indudable capacidad intelectual nunca caminó de la mano de su caudal académico de conocimientos. Cuando el río sufre el estiaje del verano y no se nutre de las lluvias vivificadoras de los equinoccios, su cauce se pelea con el vacío de agua y con el desierto de piedras y arena. Alberto venía a ser como ese afluente. Por más que se empeñe, si no recibe las aportaciones naturales de otros fluyentes, lo tiene crudo. El esfuerzo personal contribuye a mantener su rica vida interior. Necesita, sin embargo, el apoyo externo.

 

Durante años, la escuela primaria o el instituto de secundaria se limitaron a decirle que progresaba adecuadamente sin detenerse a explicar en qué consistía el progreso y qué se entendía por adecuado. La falta de motivación de las resoluciones humanas conduce a la desdicha de los interesados por las mismas. Se dictan sentencias presididas, la mayoría de ellas, por el fallo. Producir  como churros decisiones, de cualquier origen social, constituye un craso error del sistema. Los paganos son siempre los más desventurados, quienes confunden aprobados con conocimientos y los que no quieren ver que ser suspendido es ser reprobado. Se pasa página y adelante. Que el tarro cognoscitivo ya se llenará el próximo años. Equivocación más indecente.

 

El Informe PISA refiere la catastrófica situación educativa de España en general y más singularmente de Andalucía. El informe PISA miente. Engaña y embadurna de edulcorante la realidad. Los datos son mucho peores de lo que se publica. A los propios evaluadores repugna mostrar la auténtica dimensión del fracaso. Los Gabilondo y los De la Chica, como antes hicieron sus predecesores, culpan a todos para salvarse ellos. Cínicos gárrulos portantes de ministeriales carteras y de almas corruptas. La juventud española no merece, Rubalcaba dixit, a unos golfos políticos que trampeen las cartas y se comporten cual cuatreros. La juventud española exige adquirir un nivel de conocimientos académicos de tan amplio volumen que inunde sus vidas y riegue sus posibilidades de encontrar un puesto de trabajo.

 

El desempleo juvenil en España, cercano al cincuenta por ciento de la población, constituye una de las vergüenzas más escandalosas del gobierno de Zapatero. Un chico puede definirse como gótico y vestir como punky si así se siente a gusto. El problema nace cuando la vestimenta o el escaparate son la manifestación de una disconformidad insuperable y alienante. No tienen estímulos. Sus padres nunca supieron conciliar la vida laboral con la familiar. Una playstation tiene más valor que un libro. Películas de dibujos animados entretienen a los más pequeños algunas horas a fin de que los padres se relajen durante el mismo tiempo. Los profesores expenden titulaciones a golpes de desencanto por alumnos que no leen ni quieren leer. Alma de fugitiva la familia y cuerpo de escapista la docencia.

 

Los Albertos y las Albertinas del mundo se cuentan a millones. Y crece el número. Los gobiernos de turno venden que la solución estriba en cambiar al búho de árbol, en modificar las pastas del programa educativo, en suministrar miles de portátiles inútiles, en hacer propaganda de la tecnología de última generación o en inflar presupuestos inanes. Los gobiernos que así actúan demuestran la degeneración de sus titulares. En cualquier caso, los jóvenes pagan el pato de tamaña incuria. El esfuerzo y la abnegación son consustanciales a la raza humana desde su más temprana edad. Suplir esas cualidades por una felicidad del rien faire y sustituir el esfuerzo por la renuncia al sudor de la frente, se convierten en otro de los ejes del mal.

 

El mal se reproduce en un cuerpo que aterra: el paro. Cuando cumplan los treinta y más años, estos jóvenes podrán tener acceso a un puesto de trabajo. Poco cualificado y peor pagado. Los engendros que dieron lugar a esta dramática realidad tienen a sus hijos bien protegidos. A los demás, bastante jodidos. Partía. Ahora, los engendros susodichos querrán paliar los errores sistemáticos y sistémicos con cursillitos de formación que llevan más dinero a sus arcas privadas sin proporcionar un mínimo de ayuda a los destinatarios. Generación perdida de jóvenes y pérfida generación de golfos politicos. La herencia es de aúpa. A beneficio de inventario.

 

Sin jóvenes, no es posible el desarrollo. Las reformas estructurales urdidas en la caverna siniestra de la Moncloa de Zapatero son inmunda basura. Aquí no hay quien viva. Sin jóvenes, no hay futuro.

 

Un saludo.

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